El documento histórico del general San Martín que confirmó como organizó la administración del agua en Mendoza
Hace tan solo 2 años, el Departamento General de Irrigación, pudo recuperar un “bando” dictado en 1815, que revela como ningún otro, la importancia que le daba el por entonces Gobernador de Cuyo, a dejar ordenada con justicia, la irrigación de sus queridas tierras mendocinas. Hoy se exhibe en el Centro de Interpretación de la Cultura del Agua, y es parte de los sitios que propone el recientemente lanzado Pasaporte Sanmartiniano.
“Estamos en la inmortal provincia de Cuyo y todo se hace; no hay voces, no hay palabras para expresar lo que son estos habitantes”; para el General San Martín no había otra palabra que definiera la tierra mendocina, que no fuera inmortal, y aunque seguramente anheló habitar su suelo hasta su último aliento, las circunstancias políticas no se lo permitieron. Igualmente, su breve pero determinante estadía en esta geografía, tuvo la inmortalidad con la que él describía a Mendoza, aquí su mujer Remedios de Escalada, parió a su hija Merceditas, aquí organizó el inigualable Cruce de Los Andes como gesta libertadora, aquí dejó ordenado lo que serían las bases del actual catastro de la provincia. Ese “bando” llamado así a las normas que emitía San Martín como Gobernador Intendente de Cuyo, fue hallado por la convicción y apasionamiento que los empleados del Departamento General de Irrigación, dedicaron a conseguirlo. Hoy a dos años de su hallazgo, se exhibe en el Centro de Interpretación del de la Cultura del Agua, que cuenta además con un retrato del artista Ramiro Ghigliazza, que recreó el rostro del General, con la que habría sido su fisonomía en esa contemporaneidad de su vida como Gobernador. El sitio, ubicado en la sede central de Irrigación; por su valor histórico, educativo y cultural, forma parte del recientemente lanzado Pasaporte Sanmartiniano por la Ciudad de Mendoza, y es recorrido diariamente por ocasionales visitantes y escuelas.
Tierra de ¿utopías?
Era un miércoles 7 de septiembre de 1814, cuando José Francisco de San Martín, pisaba suelo mendocino. A la Mendoza que llega San Martín, era una región que hacía menos de un año había obtenido el nombramiento de Gobernación Intendencia de Cuyo (abarcando las actuales San Juan y San Luis). Desde que fue invadido por España e incluso hasta 1776, Cuyo pertenecía a la jurisdicción de Chile, con quien mantenía vínculos económicos, sociales y culturales. Mendoza durante el primer Virreinato del Río de la Plata, integraba la Intendencia de Córdoba, fue recién en el Segundo Triunvirato, a fines de noviembre de 1813, cuando se crea la Gobernación de Cuyo, con el coronel Juan Florencio Terrada, al mando. Pero Terrada fue enviado a la Banda Oriental, interinamente asume Marcos Balcarce e inmediatamente llega el General José de San Martín (que había sido designado en ese cargo un 10 de agosto de 1814). En San Juan y San Luis, los cargos eran de teniente gobernador y en las figuras de Manuel Corvalán (luego reemplazado en 1815 por José Ignacio de la Roza) en San Juan, y Vicente Dupuy en San Luis; San Martín encontraría grandes aliados. Compañeros estratégicos tanto para administrar la región, como para contribuir al armado de, ese por momentos utópico, ejército, con el que quería liberar primero a Chile y luego a Perú. Una utopía que fue realidad y es uno de los acontecimientos militares más arriesgados y estratégicos de la historia de la humanidad, con final victorioso. Y si bien esa epopeya es de admiración mundial, en esta provincia que gobernó, dejó también su impronta de líder pensante, de administrador convencido en impartir un orden con criterios de justicia. Por eso en su gobernación, desde el agua a las bibliotecas, desde la salud a la protección de la incipiente industria vitivinícola, fueran gestas que ese pueblo al que tanto admiraba, hoy le reconoce y honra.
Planificar y administrar
Decidido a liberar a su patria de los colonizadores, San Martín llega a Mendoza para conformar un ejército, pero lejos de usar su cargo como algo pasajero, en tan solo 2 años deja su impronta. Lo hace de forma tan contundente, que en esta actualidad, sus decisiones son parte de contar por ejemplo, con una administración del agua, pionera en gran parte de Latinoamérica. Así lo demostró el bando que por años se conocía de su existencia, pero que no se contaba con una copia certificada de la original. En ese bando San Martín, deja claro que su intención es “fijar principios ciertos que arreglen por una justa proporción lo que cada propietario de fundos rústicos debe contribuir por el goce del agua de esta ciudad, cuyos propios sufren por este defecto un déficit notable”. El texto dice: “No pudiendo arribar á este orden sin un conocimiento exacto de la proporción de terreno que comprende cada finca, ordeno y mando se observen los artículos siguientes: Todo poseedor de tierras, bajo del riego de la acequia de ciudad (incluyéndose hasta la menor quinta) entregará al comisionado respectivo según el derrotero del margen en el término de un mes contado desde esta publicación, un diseño o planta sujeta a escala que demarcando la figura y extensión de su finca con sus términos y deslindes a todos rumbos, demuestre exactamente el número de cuadras que comprende”.
“San Martín desde los primeros meses que residió en Mendoza comprendió la importancia del agua para el desierto mendocino. El recurso hídrico debía cuidarse, ordenarse, evitar usos abusivos y hacer tomar conciencia a la población sobre la utilización racional. En otro de sus bandos afirmaba textual: Algunos vecinos extravían las aguas, sacando más de lo que necesitan. Hacía inspeccionar y ordenar los cauces de agua para distribuir equilibradamente el recurso hídrico. También tenía un fin recaudatorio lógicamente, necesario para la propia administración de gobierno y para la conformación del ejército libertador. El bando también es un antecedente de la formación del catastro y de la ley de agua que posteriormente se dicta en 1884. Es absolutamente relevante, el hallazgo del Departamento General de Irrigación, el bando es una fuente primaria, con la firma de San Martín. Es un aporte fundamental para investigadores de diferentes disciplinas. Además, complementa otros bandos sobre el agua que se encuentran en el Archivo General de la Provincia”, dice la historiadora Fabiana Mastrangelo.
“Denme tres pueblos como Cuyo y liberaré toda América”
“Los bandos son una muestra de autoridad, con una semejanza a un decreto actual, en el caso del bando que dictó San Martín que hoy se exhibe en el Centro de Interpretación de la Cultura del Agua, reflejó su claro objetivo por un lado de administrar y generar recursos a futuro, con una planificación admirable de lo que fue y es la Mendoza actual. El bando inicialmente fue conocido a través de la difusión dado desde la agrimensura, donde la provincia siempre ha sido avanzada en materia catastral, fue la primera por ejemplo que estableció la obligatoriedad de un plano de agrimensura en cualquier transferencia o transacción inmobiliaria. San Martín ordenó que se mensuraran aquellas propiedades rústicas suburbanas, se había generado una demanda de agua que muestra la escasez que ya existía en aquél tiempo”, dice Sergio Marinelli, Superintendente del Departamento General de Irrigación.
“San Martín desarrolla una labor admirable como administrador del agua, extiende la superficie irrigada, se preocupa por los cultivos, por la producción y muchos se preguntaban de dónde sacaba esos conocimientos, que le permitieron tanta versatilidad en ese rol de Gobernador Intendente de Cuyo. Se podría haber inferido que un militar no poseía estas capacidades, más al estar en una tierra absolutamente árida, pero como él mismo lo pudo observar con una fuente de recursos inagotables, claro, siempre que fuera bien administrado, algo que hizo. Y la respuesta a eso está vinculada con el San Martín lector, el buen dibujante que se costea su estancia en Cádiz antes de venir a América vendiendo sus dibujos. Tenía además un espíritu de labrador, le gustaba la agricultura, decía que el espíritu del labrador era el más afín a su forma de ser” dice Fabiana Mastrangelo. Tal vez por eso si nos permitiéramos ficcionar algunos de sus pensamientos, no sería extraño verlo soñando con su Merceditas corriendo por su finca de Barriales y a Remedios acompañándolo a servir esos asados que tanto disfrutaba. Sí pudo pasear con Merceditas por la Alameda, que él mismo se encargó de extender y embellecer durante su gobernación, pero Remedios murió en Buenos Aires extrañándolo, agonizando mientras el héroe, que pudo liberar naciones, era amenazado por quienes querían que levantara armas contra los caudillos locales. Jamás quiso hacerlo, no derramaría sangre de los habitantes de su propia patria libre. Cuando pudo llegar a Buenos Aires, nuevamente imaginando, quizás la vió sonriente dispuesta a subir al carruaje que la traería de regreso a Mendoza, se vió sembrando, regando sus propios cultivos, pero la historia hizo justicia, su Merceditas duerme en la tierra inmortal, aquí en Mendoza descansan sus restos. El corazón del General entonces, jamás abandonó Mendoza y como se pronunció “denme tres pueblos como Cuyo y liberaré toda América”.
Un pasaporte a la historia
Desde el centro de Documentación, Patrimonio histórico y Cultura del Agua, del Departamento General de Irrigación, se produjo la restitución documental de una copia autenticada del bando del General San Martín sobre el agua. Fue una investigación minuciosa y el valor de su hallazgo es fundamental para refrendar lo que parecía una leyenda. Al considerar necesario solicitar un diseño o planta sujeta a escala demarcando la figura y extensión de cada propiedad, lo que con el correr de los años se transformó en el primer catastro de Mendoza, San Martín sienta las bases para una equitativa contribución para sostener la red de riego en función de la cantidad de hectáreas que poseía cada propietario, forma de recaudación que se mantiene en la actualidad. El Centro de Interpretación de la Cultura del Agua (CICA), es una de las visitas que se pueden realizar, en el recientemente lanzado pasaporte sanmartiniano, puede visitarse de lunes a viernes de 8:30 a 13h sin costo, y disfrutar de las charlas con especialistas de la institución los jueves de 10 a 12h, en intervalos de 15 minutos. El mismo está ubicado en Barcala 202 de ciudad de Mendoza y para mayor información los interesados pueden comunicarse al (261) 4234000 interno 291.
El rostro del general
El artista plástico Ramiro Ghigliazza, nacido en Morón, Buenos Aires; fue el encargo de realizar el cuadro que hoy se exhibe en el CICA, del Departamento General de Irrigación, el artista que trabaja digitalmente, se encarga de reconstruir la fisonomía de esos rostros que no se lograron captar en su momento, por la inexistencia de tecnología. Solo un daguerrotipo del General en su vejez, es el testimonio real de su apariencia. “Mi vínculo con San Martín se inicia cuando un día con mi hijo nos pusimos a ver todos los supuestos retratos que existen del General, y había tantos que nos preguntamos cuál de todos ellos sería realmente él. Ahí empecé una investigación que ya lleva 10 años, sí, hace una década que comencé a trabajar con la identidad y fisonomía de San Martín. Cuando recibo este pedido tan especial que me hace el Departamento General de Irrigación, la idea fue representar al San Martín que llega a Mendoza a asumir la gobernación, allá por el 1814 la información da cuenta que tenía bigote al llegar, pero se lo corta al iniciar su gesta libertadora. Al parecer aquél bigote le decían lo hacía ver muy europeo, entonces para que el trato con los puelches y pueblos originarios fuera más fluido, habría sido el motivo de sacárselo. Por eso al cruzar Los Andes, ya no tiene el bigote, pero sí durante su gobernación y así decidí retratarlo. El trabajo que realicé me llevó unos dos meses de elaboración, muchos me dicen que mostré a un San Martín desconocido, pero que los acerca a ese hombre que gobernó Cuyo. Si pudiera preguntarle algo, sin dudas sería como fueron esos años que están vacíos en su historia, y mi anhelo sería poder retratarlo en persona, decirle: estimado General, por favor mire fijamente a la cámara. La obra que hoy se exhibe, de alguna forma, muestra que ambos se conectaron, porque el arte es viajero de tiempos y espacios.
Irrigar para crecer
“Al arribar San Martín a Mendoza, para ejercer el cargo de Gobernador Intendente de Cuyo (1814-1816), se aloja en la Posta del Retamo (Junín) y habría quedado fascinado con esas tierras. Un año después, ordenará la construcción de las primeras obras de riego en Los Barriales (Junín), fue nada menos que la acequia de La Patria, con cuyo impulso del agua que por allí circulaba se abastecía un molino harinero. A comienzos del siglo XIX la agricultura provincial se centraba en el cultivo de viñedos y frutales, que se comercializaban junto a sus derivados como vinos, vinagres, aguardientes, frutas secas, etcétera. En tiempos de preparación del Ejército de los Andes, también se cultivaron cereales como el maíz, la cebada y el trigo. Como forrajera se cultivó la alfalfa para alimentar el ganado vacuno y caballar destinado al Ejército. Como gobernador cuyano, San Martín, relevó las condiciones del sistema de irrigación de la época colonial para mejorarlo y extenderlo: la provisión a la ciudad de Mendoza con agua del río homónimo, a través del Canal Zanjón, del Tajamar y de la acequia Tabalqué. Hubo que realizar distintas obras de irrigación para ampliar la superficie de tierra cultivable. Grandes extensiones de tierras que estaban ociosas se sumaron a la productividad con la incorporación del riego artificial, mitigando la problemática de la falta de agua. A cada propietario-agricultor se le entregaron plantas y semillas nuevas con el fin de diversificar la producción”, dicen María Magdalena Naser y Marta Lema, docentes de educación ambiental.
“En el marco de la política de gestión de San Martín, la administración del agua fue muy importante, el ordenamiento territorial de Mendoza se nutre a partir del bando de 1815, donde dispone las parcelas y el consumo, el uso del agua como un elemento que va a regir la vida catastral de Mendoza. No sólo se contempló el ordenamiento de la ciudad, sino que fue un plan de desarrollo estratégico para todas las provincias. La generación de canales fue fundamental para multiplicar las zonas irrigadas con huertas y chacras para la alimentación del ejército. Pero hay mucho más relacionado con el agua: la importancia que tenía en el cuidado ciudadano, por ejemplo extraer la piedra pome como un elemento de higiene, pero también sustancial para, entre otras cosas, el filo de aquellas bayonetas que van a darle la libertad a América”, agrega Gustavo Capone.
“El más fiel y verdadero amigo”
Cuando en enero de 1817 el General José de San Martín le enviaba una carta a su fiel amigo Toribio de Luzuriaga, a quien había dejado en la Gobernación de Cuyo, su despedida de estas tierras decía: “Sería insensible al atractivo eficaz de la virtud, si al separarme del honrado y benemérito Pueblo de Mendoza no probara mi espíritu toda la agudeza de un sentimiento tan vivo como justo. Cerca de tres años he tenido el honor de presidirle y sus heroicos sacrificios por la independencia y prosperidad común de la nación pueden numerarse por los minutos de la duración de mi gobierno. A ellos y, a las particulares distinciones con que me han honrado, protesto mi gratitud eterna. E indelebles en mi memoria sus ilustres virtudes, será de los habitantes de esta capital. Con todas circunstancias y tiempos, el más fiel y verdadero amigo”. Mendoza es patria adoptiva del hombre que creyó, luchó y honró la libertad, Mendoza riega a través de sus canales, como venas esplendorosas el pulmón agrícola que soñó el General.
Fuentes:
Departamento General de Irrigación- Centro de Interpretación de la Cultura del Agua
Mg. Fabiana Mastrangelo. Historiadora, miembro de número de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza y presidente de la filial Godoy Cruz. Autora del libro “Valores humanos de José de San Martín”
Marcelo Calabria. Docente. Historiador.
Gustavo Capone. Docente. Historiador
Ramiro Ghigliazza, ilustrador y diseñador gráfico, artista digital
Felipe Pigna, La voz del gran jefe. Vida y pensamiento de José de San Martín, Buenos Aires, Planeta, 2014
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