Las impresionantes imágenes que muestran cómo era la gran Tenochtitlan del imperio mexica que se fundó hace 700 años
«Esta gran ciudad de Temixtitan está fundada en esta laguna salada… Tiene cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano, tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan glorande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de éstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas».
Así es como el explorador español Hernán Cortés describía a la ciudad de México-Tenochtitlan (Temixtitan, según su entendimiento) en uno de los más antiguos recuentos escritos (fechado en 1520) de cómo era el corazón político y social de los mexicas.
Y es que México-Tenochtitlan y su ciudad gemela, México-Tlatelolco, causaron asombro a los españoles por su nivel avanzado de urbanización.
«Tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de 70.000 ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimientos como de vituallas, joyas de oro y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos, de conchas, de caracoles y de plumas», contaba Cortés.
En el momento de su llegada, la ciudad estaba en una de sus épocas de mayor esplendor. Los mexicas habían fundado México-Tenochtitlan más de dos siglos antes y en ese periodo se convirtieron en la potencia militar de Mesoamérica (la región político-cultural del actual centro y sur de México).
Aunque el año de su fundación ha sido motivo de debate entre los expertos, se cree que pudo haber ocurrido en la primera mitad del siglo XIV. En la época moderna, el gobierno mexicano ha fijado una fecha, el 13 de marzo de 1325, lo que lleva a la antigua ciudad prehispánica -que luego se convertiría en Ciudad de México- a celebrar su 700 aniversario este año.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. Tenochtitlan era el centro político y religioso de los mexicas.
«El imperio estaba en su máxima expansión. La ciudad tenía su mayor riqueza», explica a BBC Mundo el doctor Federico Navarrete, un especialista de la historia prehispánica e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A pesar de que Cortés y otros cronistas de la época realizaron descripciones verbales y representaciones gráficas de la ciudad, en los últimos cinco siglos no hubo una imagen tan detallada como la publicada en 2023 por el neerlandés Thomas Kole.
A lo largo de un año y medio, Kole lideró un proyecto llamado «Retrato de Tenochitlan», que es el trabajo más detallado sobre la ciudad mexica publicado hasta la fecha y el cual ofrece una perspectiva única de cómo habría sido aquella urbe prehispánica.
«Es fascinante ver lo que inventaron: su concepto de ciudad, cómo la organizaron y distribuyeron», le dice a BBC Mundo Kole, desarrollador de software entre cuyas especialidades está el modelaje artístico en tres dimensiones.
El corazón del dominio mexica
Además de las descripciones de Cortés, otra de las crónicas sobre Tenochtitlan más citadas es la del fraile español Bernardino de Sahagún, que da cuenta de lo sorprendidos que quedaron los europeos al encontrase con México-Tenochtitlan y los sitios que la rodeaban.
«De que vimos cosas tan admirables, no sabíamos qué nos decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, e veíamoslo todo lleno de canoas, y en la calzada muchos puentes de trecho a trecho, y por delante estaba la gran ciudad de México», señalaba en su relato.
Y no era para menos, pues los mexicas -un grupo de nahuas que, según la tradición, emigró de un mitológico lugar llamado Aztlán y fundó su pueblo en lo que hoy es Ciudad de México- había logrado la existencia de una ciudad entre los islotes y el agua del gran lago de Texcoco.
Kole explica que trabajó durante un año y medio con múltiples expertos y fuentes para darle forma a su visión de México-Tenochtitlan y su ciudad hermana, México-Tlatelolco.
«Empecé por curiosidad, tanto técnica como personal, porque estaba leyendo sobre el tema y no podía visualizar el aspecto que habría tenido la ciudad. Pensé que tal vez podría utilizar la tecnología para visualizarla, primero para mí, y luego quizá para los demás. Así empezó», cuenta.
Asegura que le resultó notable ver cómo una civilización que evolucionó sin la influencia de otros continentes desarrolló un concepto de ciudad como ocurrió en otras civilizaciones: «En muchos aspectos, llegaron a las mismas conclusiones que en otros lugares: el poder en el centro, los ricos con casas más grandes, los campesinos con granjas. Muchas de nuestras ideas sobre las ciudades y sus elementos básicos se aplican a Tenochtitlan, pero ellos lo hicieron a su manera, lo que me parece realmente interesante», comenta.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. Tenochtitlan tenía una urbanización reticular, con calzadas y canales que conectaban sus cuadrantes y otras islas.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. En el centro de México-Tenochtitlan, lo mexicas edificaron grandes centros ceremoniales.
Y es que como las fuentes le mostraron, en el centro de la ciudad mexica estaba asentado el poder de sus altos gobernantes y sacerdotes, que habitaban en palacios. En las imágenes producidas por Kole, se aprecian las grandes estructuras, piramidales las más altas, así como centros ceremoniales mexicas.
En Tlatelolco además estaba uno de los más grandes mercados que existían no solo en Mesoamérica, sino en el mundo. Ahí se comerciaban productos de todo tipo traídos desde los dominios mexicas, que con la Triple Alianza con los señoríos vecinos de Texcoco y Tlacopan dominaron buena parte de Mesoamérica.
«La parte más difícil [para realizar el modelaje] fue no tener buenos mapas de esa época. Es probable que los mexicas tuvieran mapas detallados de su ciudad. Al ser muy burocráticos, los habrían utilizado probablemente para resolver disputas o trazar fronteras. Pero ya no existen, se perdieron o se quemaron, probablemente durante la conquista», dice Kole.
Las fuentes disponibles muestran que Tenochtitlan estaba conformada por calzadas y canales de agua que conectaban los distintos islotes. La ciudad se expandió a lo largo de dos siglos con la ampliación de esas islas con una gran técnica y conocimiento del manejo del agua.
Lo que se encontraron los españoles, explica el historiador Navarrete, en realidad era el resultado de dos milenios de aprendizaje del manejo de la vida lacustre.
«Todo parece indicar que donde se fundó Tenochtitlan había un asentamiento previo de otomíes, como proponen diversos autores. Y entonces esa ciudad sería anterior a la fundación de Tenochtitlan», explica Navarrete.
«Pero en términos generales, podemos decir que esa ciudad que conocemos como México-Tenochtitlan duró unos 200 años», añade.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan
Tenochtitlan… y más allá
El trabajo de Kole trató de dar una idea más allá de la simple visualización de cómo era México-Tenochtitlan, una ciudad con una gran actividad.
El neerlandés plantea lo fascinante que es «imaginar el aroma del aire salado» y productos de la cocina, como el chile asado. O escuchar «el sonido de la lengua náhuatl y de las canoas en los canales», mientras se siente el calor y se escuchan las aves.
Además de lo que contaba Cortés, otras fuentes que hay sobre cómo era Tenochtitlan se produjeron años o décadas después, lo que presenta un reto para quienes han investigado la época. Kole, explica, no fue ajeno a esto.
«Hay que reconstruir a partir de material más reciente: decenas de años después de la conquista si se tiene suerte, cientos si no. Eso es todo lo que hay para trabajar. Por ejemplo, tenemos descripciones escritas de partes de la ciudad, algunos mapas y pruebas arqueológicas, pero a menudo se contradicen. Hay que decidir cómo conciliar estas fuentes contradictorias en algo razonable», explica.
La arquitectura de ciertos palacios, centros ceremoniales y mercados es lo que más trabajo requería para proyectar una visión de Tenochtitlan. Uno de los aspectos más llamativos es el Templo Mayor, un centro ceremonial mexica ubicado en las inmediaciones de lo que hoy es el Zócalo de Ciudad de México y sus cuadras aledañas. Según diversas fuentes, ahí había casi 80 estructuras que Kole representó con algunas pirámides y palacios.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. La ciudad gemela de Tlatelolco tenía uno de los mercados más grandes del mundo en su época.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. El desarrollo de Tenochtitlan fue cuidadosamente planeado por los mexicas.
Tenochtitlan también tenía escuelas, donde se preparaba a guerreros y sacerdotes, así como miles de viviendas y talleres para su población, que practicaba distintos oficios, desde artesanos hasta agricultores. Las fuentes difieren sobre el tamaño, con números que van desde 50.000 hasta 200.000 habitantes, pero sobre todo, una gran movilidad de miles de personas entrando y saliendo de la ciudad por tierra o por agua.
El historiador Federico Navarrete explica que más allá de la idea de una ciudad solitaria en medio de un gran lago, en realidad la región entera del Valle de México estaba comprendida por numerosas ciudades, tanto en los islotes del lago como en las márgenes.
«Es Texcoco, es Coyoacán, es Iztapalapa… muchas ciudades que ya existían antes de Tenochtitlan. Lo que tenemos en el Valle de México son 2.000 años de ocupación por ciudades y México-Tenochtitlan no era una ciudad singular, sino una parte del sistema urbano del Valle de México que tenía unas 50 ciudades diferentes», explica el experto, que afirma que Tenochtitlan en realidad solo tenía un 15% de la población del entorno.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. Tenochtitlan era parte de un conjunto de ciudades en el lago de Texcoco y sus márgenes.

Fuente de la imagen, Thomas Kole/Retrato de Tenochitlan. Kole recreó la ceremonia del «Fuego nuevo» de la cosmología mexica.
De hecho la organización política de la época era menos centralista de lo que se cree. Tenochtitlan, por ejemplo, era un centro urbano poderoso por su fuerza militar y Tlatelolco por su comercio, pero cada una tenía su gobierno en un sistema «internacional» con gobiernos independientes, asegura Navarrete.
Las ciudades aledañas tenían un menor tamaño, pero no eran menos avanzadas que la gran Tenochtitlan. El cronista Francisco López de Gómara, por ejemplo, describió Iztapalapa como una ciudad de «grandísimos palacios de cantería todos y carpintería y muy bien labrados, con patios y cuatro bajos y altos y todo servicio muy cumplido».
«En los aposentos, muchos paramentos de algodón, ricos a su manera. Tenían frescos jardines de flores y árboles olorosos, con muchos andenes con red de cañas, cubiertos de rosas y yerbecitas y con estanques de agua dulce», dijo sobre uno de los sitios donde Cortés y sus hombres llegaron antes que a la capital mexica.
Según su recuento, ahí había 10.000 casas, mientras que en otras como Coyoacán había 6.000 o en Mexicalzingo unas 4.000. «Tienen estas ciudades muchos templos, con tantas torres, que las hermosean», escribió.
Kole explica que su trabajo solo se centró en Tenochtitlan y Tlaltelolco, pero reconoce que existieron muchas más ciudades en el entorno.
«Sería interesante ver reconstrucciones de otras ciudades, como Iztapalapa o Texcoco, que serían lugares históricos fascinantes. Pero hay aún menos información de ellas que de Ciudad de México», explica.
La ciudad en el agua
Los mexicas y pueblos vecinos tenían gran conocimiento sobre cómo manejar el entorno lacustre que habitaban.
Además de los sistemas de canales, diques y acequias que les permitían controlar el agua y evitar inundaciones -en una cuenca caracterizada por su abundante lluvia estacional-, también crearon una extensa barrera de tierra y piedra para separa las aguas saladas y dulces. El agua potable, incluso, era transportada con gran efectividad en acueductos.
«Lo realmente asombrosos de estas ciudades del Valle de México era su relación con las lagunas y la manera en que habían logrado un desarrollo urbano muy avanzado, de alta densidad, con una agricultura muy productiva, sin destruir el ecosistema de las lagunas y lagos del Valle de México. Era un sistema de administración hidráulicas muy complejo», explica Navarrete.
«Y las lagunas eran un medio de transporte para llevar una gran cantidad de materiales de manera más eficientes que el otro medio, que las personas cargaran cosas sobre sus hombros».
Los mexicas idearon un sistema de agricultura en islotes, llamados chinampas, que les permitía un cierto grado de autosuficiencia alimentaria sin necesidad de traer comida de tierra firme. La agriculutra en chinampas es una de las pocas técnicas prehispánicas que aún perdura al sur de la actual Ciudad de México.
Cinco siglos después, Ciudad de México y su zona metropolitana enfrenta serios problemas relacionados con el agua: por un lado, la región de 20 millones de habitantes enfrenta sequías que obligan a limitar el consumo de agua potable; por otro, las fuertes lluvias estacionales generan serias inundaciones en zonas donde antes había causes naturales.
«La manera como actualmente se maneja no tiene nada que ver con la manera en que lo manejaban los mexicas y otros pueblos prehispánicos. Y lo que ha habido es un ecocidio cometido por los españoles y por los gobiernos mexicanos. El hundimiento es culpa de que hemos sacado toda el agua del valle», afirma Navarrete.
La extracción del agua del subsuelo, además, ha generado un problema de hundimiento de la ciudad que se agrava año tras año.
«Ciudad de México es un símbolo de cómo no se puede vencer al agua: es más fuerte que uno. Puedes intentar domarla, pero no la vencerás. Creo que esa es una lección que también hemos aprendido en los Países Bajos. Hemos aprendido a aceptar el agua y darle el espacio que necesita, lo que crea un entorno más saludable», opina Kole.
«Espero que en México puedan reconciliarse con eso. La Ciudad de México es un lugar hermoso, con una identidad única y fuerte, diferente a cualquier otro sitio. Y creo que merece existir, tiene derecho a hacerlo».
BBC Mundo