Monseñor Marcelo Mazzitelli celebró la misa para honrar al Papa Francisco

En la misa por el eterno descanso del Papa Francisco, Monseñor Marcelo Mazzitelli habló del gran pastor que fue el Santo Padre, fue “un hombre que supo encontrar lenguajes para el encuentro, no se encerró sino que abrió puertas porque abrió su corazón”.

Ante una catedral llena, con rostros de sentida tristeza, Monseñor Marcelo Mazzitelli, Administrador Apostólico de la diócesis, presidió la Santa Misa por el eterno descanso del Papa Francisco.

Al comenzar su homilía, Monseñor se refirió al Evangelio del día (Mateo 28, 8-15) . “Aquellas mujeres que fueron con dolor al sepulcro, vuelven con alegría, con un corazón marcado por el encuentro. Una alegría que se quiso hacer abrazo, ¡el Señor, el Maestro, está vivo!. Es la alegría que nosotros compartimos en este canto pascual donde toda la Iglesia se hace un aleluya, donde compartimos la certeza de haber sido encontrados, de habernos descubierto amados y habiendo recibido esa invitación a estar con Él donde esté. Y el Señor, Nuestro Señor Jesucristo está junto al Padre, allí está nuestro cielo, allí está nuestra patria”. 

La homilía, dedicada al Papa Francisco

En medio de esta alegría, no es una contradicción que la celebramos hoy con un dolor y un dolor creyente, por lo tanto, echando raíces en la paz que da la esperanza, ha partido un gran pastor, se nos fue Francisco, se nos fue nuestro Papa. 

Pensaba hoy, haciendo memoria de lo que significó el papado de Francisco, ese anuncio del 13 de marzo del año 2013, cuando con asombro escuchábamos desde ese balcón de la Basílica, <<tenemos Papa, Cardenal Bergoglio, que ha elegido el nombre de Francisco>>. No podíamos salir del asombro y es ahí en donde parece que el primer lugar para recordarlo es el nombre que eligió. 

Él mismo explicó después cómo surgió el nombre de Francisco, que se elegía por primera vez en toda la historia del papado. Durante la eleccion tenía al lado al Cardenal Hummes, Arzobispo Emérito de San Pablo y también Prefecto Emérito de la Congregación para el Clero, <<un gran amigo>> decía Francisco. ‘Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba, cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido y él me abrazó, me besó y me dijo, <<no te olvides de los pobres>>’ y esta palabra ha entrado aquí, los pobres. De inmediato en relación con los pobres <<he pensado en San Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación>>. 

En este momento también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena. Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre y es lo que ha marcado su entrega, su servicio pastoral: el amor a los pobres. 

Celso Jaque, Intendente de Malargüe, Paulo Campi, Secretario de Gobierno, Robinson Julián -presidente de la Pastoral Social de la diócesis de San Rafael- y esposa

Es el papa que se hizo cercano con ese <<bona sera>> que resonó en la plaza de San Pedro cuando estaban todos esperando esa fumata blanca. Se acercó con calidez al pueblo que esperaba y en esa misma calidez hizo algo inaudito. Él decía, <<obispo y pueblo, caminos de amor y confianza entre nosotros, recemos siempre por nosotros, el uno por el otro, recemos por todo el mundo para que haya una gran hermandad>>. Y allí viene el gesto inaudito. Él se inclinó para pedir que el pueblo rece por él. El obispo de Roma, el papa, pedía la oración de su pueblo al iniciar su pontificado. 

Es el papa que en una audiencia con los medios de comunicación expresó su sueño, <<quisiera una Iglesia pobre para los pobres>> y no quedó en un sueño, sino que luchó para hacernos partícipes de ese sueño y así ser fieles al evangelio. Su teología es una teología pastoral, que hablaba en los gestos. 

¿Cuál fue el primer gesto de Francisco en esa salida del Vaticano? Ir a escuchar a quien nadie escuchaba, ir a abrazar a quien nadie abrazaba, a recibir en su corazón a los que muchos expulsaban. Fue a Lampedusa, el horror, la tragedia de la migración, quedando atrás esa gran tumba en que se convirtió en Mediterráneo por tantos que buscaban esperanza y encontraron muerte en el camino. 

Es el Papa que no dejaba de ir a los suburbios de Roma para tocar un timbre y visitar una casa por sorpresa. Es el Papa que supo poner mesa dentro del Vaticano para recibir a la gente de la calle. Es el que visitaba las cárceles y besaba los pies de aquellos a los que se les negaba oportunidad de una vida nueva en juicios y condenas.

Es el papa que no solamente se preocupó por los pobres, sino que dio la vida por ellos. 

Su magisterio es una invitación permanente a vivir una vuelta al Evangelio. Como Francisco de Asís, es ir a lo simple del Evangelio. En Evangelii Gaudium nos hace tomar conciencia  que nuestra fe es una fe que se vive alegría. Es la alegría del Evangelio, es un compromiso para celebrar la vida como un encuentro con él. De esta manera, Christus vivit, Laudato si’, Fratelli tutti, encíclicas, exhortaciones apostólicas, que nos llevaban a la belleza del Evangelio para ser vivido en fraternidad y también para que descubramos nosotros y vivamos intensamente nuestra condición de ser misioneros. 

Lo dijo de una manera muy fuerte, <<yo no tengo una misión en este mundo, soy una misión en este mundo. Nuestra vida es para el compromiso, para la entrega, para el servicio, para el anuncio>> y no dejó de decirlo. 

Es un hombre que supo encontrar lenguajes para el encuentro, no se encerró sino que abrió puertas porque abrió su corazón. 

De esta manera me acuerdo la primera audiencia con los medios de comunicación ,cuando fue elegido Papa, cómo con respeto se acercó al corazón de cada uno, pidiéndoles permiso para bendecirlos aún a los que no creían, porque él quería a todos.

 

Ese «todos» resonó en la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal cuando dijo a los jóvenes <<no dejen a nadie afuera, la Iglesia es para todos, la Iglesia no es una aduana, si todos, todos, todos encuentran un lugar en una iglesia sin puertas>> ¡cuánto tenemos que aprender, cuánto tenemos que vivir esa realidad!. Ese «todos», la única manera de exclusión es la libertad, que diga no pero que nunca esté desestimada la invitación que sea para todos. 

Queridos hermanos, queridas hermanas, Francisco supo también de cruz; un Papa reformador, un Papa que supo ponerse a la escucha del tiempo que le tocó vivir y pastorear.  Difícil, confuso, pero es al que supo escuchar y para el que supo encontrar las palabras para que sea entendido. Tenía esa capacidad de dejar en el corazón esas frases cortas, pequeñas, de manera catequética, en donde muchos sin conocer cosas de la fe, sin conocer documentos, ponían en sus bocas porque les había tocado el corazón. 

<<Dios no se cansa de buscarlos, no se cansa de perdonarlos, la iglesia es como un hospital de campaña, pronta a recibir la emergencia de curar heridas>> y podríamos buscar en todo su magisterio esas frases que quedan latiendo hoy en el corazón de nuestro pueblo, de nuestra comunidad. Pero sufrió, sufrió porque dentro de la propia Iglesia tuvo grupos de resistencia, que no comprendían lo que era ser profetas de la misericordia. 

Si hay una palabra que puede como tejer todo el ministerio de Francisco es misericordia, él fue profeta de la misericordia de Dios. 

En este año que peregrinamos como pueblo en el año jubilar, la esperanza hecha raíces en el amor de Dios y Francisco una y otra vez nos empujaba como para que abramos nuestro corazón y ojos para encontrarnos con esa misericordia, para que, dejándonos amar, seamos testigos de esa misericordia.

Lo doy como testimonio porque me lo ha dicho, él desde que fue elegido me dijo <<nunca perdí la paz>>. Supo de enfrentamientos dentro de la Iglesia, supo de dolores dentro de nuestra Iglesia. No olvidemos que le tocó un tiempo donde los grandes escándalos en nuestra comunidad herían a toda la comunidad eclesial. Grupos que se resistían haciéndose dueños de una ortodoxia sin páginas de Evangelio, pero porque era cruz no dejó de ver en ella siempre la vida.

<<Desde que me eligieron nunca perdí la paz>> y la transmitía, era el hombre capaz de que en cada encuentro, y esto muchas veces me lo han dicho y lo he experimentado, uno podría estar en la plaza de San Pedro rodeado de una multitud, pero si uno se encontraba con él personalmente, uno sentía que estaba solo en la plaza abrazado por una atención y una caridad pastoral donde uno se sentía único. Ese es el corazón de un pastor que hace presente los sentimientos de Cristo en la caridad pastoral.

Queridos hermanos también sufrió cruz, porque algunos de los medios que hoy llenan sus páginas en una honra de la memoria del Magisterio de Francisco son los mismos que, manipulando fotos y titulares, defiguraban su ministerio y sin embargo su actitud siempre fue el diálogo, el encuentro.

Él tuvo muchas intenciones de venir a pisar esta tierra y no llegó por luchas y manipulaciones, pero siempre estuvimos en su corazón. Queridos hermanos y hermanas despedimos a un padre, se hizo padre de todos. En la cruz, Jesús no dejó a nadie afuera de su muerte, para llevarlos a todos a la resurrección, para que todos recibieran su vida nueva.

Querido Francisco, gracias y como dice el Evangelio de Mateo, <<servidor fiel y prudente entra al gozo de tu Señor>>. Querido Francisco, que estés en el gozo de nuestro Señor Jesucristo y que descanses en paz.

Con información y fotos de Buena Fe Digital

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