Cae la natalidad en el país: nacen 260.000 bebés menos por año que hace una década
El dato surge de un informe reciente que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral (UA), en base a los datos del último censo y las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación y distintos relevamientos sobre la percepción social de la maternidad.
Mientras que en 2001 se estimaban 2,1 hijos por mujer, el último censo, realizado en 2022, determinó que esa variable se retrotrajera a 1,4 hijos. Y el otro dato es el alargamiento de la esperanza de vida. Hace treinta años había 29 personas de 65 años o más por cada 100 personas de 0 a 14 años. Hoy hay 53 o más por cada 100. Esto plantea un escenario en el que, en los próximos años, se invertirá la pirámide poblacional: habrá más adultos mayores que niños.
Los números hablan de una gran caída de la tasa de fecundidad que achica la base de la pirámide. A la vez, apunta a que la maternidad y el deseo de tener hijos llega a edades más avanzadas, y alcanza a menos cantidad de mujeres, por muchos factores. Mientras que la esperanza de vida y la vida productiva se extienden y transforman, así, el significado de ser adulto mayor.
¿Qué significa que nazcan menos niños?
Esta baja en la natalidad supone que en los próximos años la Argentina atravesará un bono demográfico y tendría la oportunidad de que sus números macro mejoren. Al disminuir la cantidad de niños que habrá en la población, bajará la tasa de dependencia: temporariamente habrá más personas en edad activa. Y sin hacer mucho, la situación económica del país debería mejorar. Pero el bono es temporal, advierten, si no se invierte puede volverse en contra: en unos años, esos niños de la generación que decrece serán adultos dependientes: habrá menos personas activas que deberán sostener a los que se retiraron del mercado laboral y a los que todavía no ingresaron. Si no se consigue que los activos sean tres veces más productivos que hoy, la situación será complicada.
No todos los especialistas son optimistas respecto del bono. También hay expertos que consideran que el desafío ahora es fomentar la natalidad, y revertir esta baja. “En materia de natalidad, es crítico que tengamos una tasa de natalidad de 1,4. Para que un país sea sano poblacionalmente debería tener al menos dos hijos, que es la tasa de reemplazo. La disminución es parte de una tendencia mundial pero en le país se aceleró desde 2005. Esto, acompañado al aumento en la esperanza de vida, significa que la pirámide se está invirtiendo. Esto es multicausal. Entre ellas, hay de fondo un problema generacional: la dificultad para encontrar el momento de la vida para tener hijos, que queda desfasado de la edad de la ventana reproductiva”, explica Lorena Bolzon, decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la UA y autora, junto a María Dolores Dimier de Vicente, del trabajo sobre la familia argentina. “Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años”, dice el informe.
Causas
¿Cuáles son las razones por las que cada vez nacen menos niños?:
- Hay 260.000 nacimientos menos al año. La caída en la cantidad de nuevos nacimientos en la última década es enorme: en 2005, se producían a nivel país unos 710.000 al año. El número subió a 750.000 en 2014 pero cayó en picada los años siguientes: en 2022 nacieron 490.000 niños y niñas, según el informe de la UA que cita el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud. También disminuyó la cantidad de familias numerosas: en 2001, había 1.533.421 mujeres con más de cinco hijos. En 2022, fueron 608.617.
- Menos hijos por mujer. En apenas dos décadas bajó un tercio la cantidad de hijos por cada mujer. Según el Censo de 2022, la tasa de fecundidad en la Argentina ha disminuido significativamente, pasando de 2,1 hijos por mujer en 2001 a 1,4 en 2022.
- Se retrasa la edad de la maternidad. Esto significa lograr menos embarazos. La mayor cantidad de nacimientos ocurridos desde 2021 a hoy fueron de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidas por otras en el rango de los 30 a los 34 años. Hace una década la mayoría de los nacimientos ocurrían de mujeres de entre 20 y 24 años, seguidas por aquellas que tenía entre 25 a 29 años. “Hoy la edad ideal percibida para tener hijos ronda los 29 años. Sin embargo, el 37% acuerda que no hay una edad específica que sea la mejor para tener hijos. Mientras que un 77% ve muy favorable que una madre tenga hijos después de los cuarenta”, detalla el informe.
- Maternidad pos-30: más tratamientos y menos chances de embarazo. El incremento en la edad de la maternidad va hacia un promedio de los 30 años para la búsqueda del primer embarazo, se indica en el informe. “Esto prevé un futuro cada vez más proclive al uso de procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción, con tasas de éxito inferiores al 50%”, se lee en el trabajo. “A pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer sigue concentrada de los 20 a los 30 años. Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades”, apunta el informe de la UA.
- Menos adopciones. “El descenso en la cantidad de hijos en el hogar, también se refleja en la baja de las tasas de adopción. Así hemos pasado de 546 inscripciones de adopciones en el Registro Civil porteño en 1994, a tan solo 184 en 2022″, detalla el informe.
- Embarazos adolescentes. La maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años, señala el informe. El gráfico muestra una reducción de más del 40%. En 1994, y también en 2014 esa era la franja de edad en la que más mujeres tenían hijos. Hoy son la tercera (el 13,7% del total de los nacimientos).
- Acceso a métodos anticonceptivos y el aborto. Entre de las razones que explican por qué nacen menos niños es el mayor acceso de toda la población a métodos anticonceptivos y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cuestiones. Según los datos que aporta el informe, en base a números que atribuye al Ministerio de Salud, desde la entrada en vigor de la ley, se habrían realizado unos 96.664 abortos en 2022, en todo el país.
- Ser madre no es un objetivo para las mujeres jóvenes. “Para el 40% de las encuestadas (se cita un relevamiento de la consultora Voices de 2023) tener hijos es importante, pero no esencial, en tanto no es una opción o deseo importante para el 20% de las jóvenes. De hecho, 5 de cada 10 mujeres jóvenes (18 a 24 años) no muestran intención futura de convertirse en madres”, indica el informe. “El deseo de tener hijos aumenta ligeramente en las mujeres de nivel socioeconómico bajo (20%), mientras que disminuye en el nivel medio (14%) y, sobre todo, en el alto (8%)”, se señala.
- Menos hogares de estructura conyugal. El número de matrimonios cae y baja más aun con el aumento de divorcios. Esto se traduce en un incremento de hogares monoparentales o monomarentales, como se llama a los que tienen jefatura femenina, que son el 80%.
- Dificultad para formar pareja con la que proyectar. “Hay un problema que es de carácter vincular: el aumento de las personas solas y que aunque quisieran no logran formar una pareja con la que proyectar tener hijos”, apunta el trabajo. “Cada vez son más las mujeres que deciden congelar sus óvulos. Históricamente la principal causa era el desarrollo profesional, hoy, las encuestas indican que el 78% de las mujeres lo hace por falta de una pareja. Algunos expertos, también indican que “no hay hombres que quieran tener hijos”, dice el informe.
- La llegada de los hijos, una interrupción de la carrera profesional. “Las empresas argentinas llevan la delantera en ofrecer a sus empleadas la posibilidad de congelar sus óvulos, en América Latina”, indica el informe. “El problema es la dificultad de encontrar un momento en la vida para tener hijos sin que eso signifique poner en pausa la carrera laboral o profesional”, señala Bolzon.
Entre otras razones que se señalan otros especialistas está que las parejas tiene menos encuentros sexuales y eso incide en la tasa de la natalidad. “También es una realidad que por razones económicas las personas o familias limitan la cantidad de hijos que tienen, aunque quisieran tener más”, agrega Bolzon.
Milei y la baja de la natalidad
Ahora, ¿más nacimientos significa más desarrollo o es que menos nacimientos mejora la condición económica de una población? En su discurso, el presidente Javier Milei, en la presentación de su libro en el Luna Park, hizo referencia a un argumento que atribuye al progresismo: la agenda 2030 (se refiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para 2030) y la legalización del aborto. Esas ideas, indicó el Presidente, se sostienen en la creencia de que menos nacimientos generarían mayor bienestar económico, al incrementar directamente el ingreso per cápita. “¿Cómo se le ocurrió regular a Malthus eso? Con el control de la natalidad, cuya versión actual son los aborteros. Lo que está inspirando la agenda asesina de hoy, es el Club de Roma, que sugería impulsar la agenda del aborto, por un par de salames que hicieron mal las cuentas”, dijo vehemente durante su alocución.
Según Milei, “hacer mal las cuentas” significa que en realidad, más nacimientos no mejorarían el bienestar general de la economía y de la sociedad, sino al contrario. Al finalizar su exposición agregó: “Esto lo dice Elon Musk. Lo hablamos en la primera reunión y uno de los temas que vamos a trabajar es el de la población. El crecimiento de la población y el tamaño de la población genera bienestar. ¿Por qué? Porque en realidad cuando empieza a crecer la población les empiezan a aparecer problemas que antes no tenían. Eso se manifiesta en un cambio de precios relativos y deriva en progreso tecnológico. Es decir, que aparece el progreso tecnológico, impulsado por la demanda. Y por otro lado, las chances de que vos tengas a Mozart en una población de diez personas es mucho menor que si tuvieras una población de un millón. Por lo tanto, eso también demuestra que se dejen de joder con la agenda 2030 y todas esas cosas que lo único que hacen es reventar la población”, dijo ante una multitud que lo vivaba cuando se ponía eufórico.
¿Esto es realmente así? ¿Cuál será el impacto de la baja de la natalidad a largo plazo? ¿Los gobiernos deberían impulsar políticas para fomentar el nacimiento de más niños?
¿Qué hicieron otros países para revertirlo?
“Los países que lograron revertir el fin del bono demográfico implementaron tres tipos de políticas. Primero, incentivaron que todas las familias que quisieran tener más niños, pudieran tenerlos. En la Argentina estamos haciendo exactamente lo opuesto porque penalizamos a las familias que tienen niños, ya que tienen mayores probabilidades de encontrarse en una situación de pobreza. Esto es, obviamente, por los costos que trae aparejado tener niños y niñas, no solo en dividir el ingreso entre más personas, sino además por el tiempo de cuidado y crianza”, apunta Gala Díaz Langou, directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“Lo segundo que hicieron es asegurarse que todas las personas que estén en edad de trabajar sean económicamente activas. En la Argentina tenemos una tasa de inactividad laboral bastante grande y eso es sobre todo mujeres que están a cargo de tareas de cuidado. Lo tercero es aumentar las tasas de productividad, porque si los adultos que dentro de 20 años son el triple de productivos de lo que somos nosotros ahora, el fin del bono demográfico no sería un problema. Esto implica, invertir en dos cuestiones. Una es la primera infancia, que es donde más capacidades se generan. En la Argentina estamos concentrando la pobreza en la primera infancia y en la adolescencia. Lo segundo es incorporar la tecnología como un vector también para incrementar la productividad”, explica.
No se trata tanto de la cuestión demográfica, explica Díaz Langou, sino también de qué hacemos al respecto. “Un punto central para entender es el nivel de convergencia que hay en los padrones demográficos de los estratos socioeconómicos. Es decir, cuántos niños y niñas nacen en las familias más pobres, cuántos niños y niñas nacen en las familias más ricas. En la Argentina tenemos una enorme divergencia según clases. Las familias con niños y niñas están sobrerepresentadas en el 20% más pobre, mientras que el 20% más rico son sobre todo hogares unipersonales de personas adultas mayores y parejas sin niños. Entonces, estamos distribuyendo el bienestar de una manera no estratégica o poco estratégica para nuestro futuro”, dice. “En la Argentina estaban ocurriendo muchos embarazos no intencionales. La otra cara de la moneda es que tenemos un montón de familias que les gustaría tener más hijos, que quizás les encantaría tener un hijo más, pero que no les da el bolsillo. Entonces, concentrémonos en dar las mejores condiciones a las familias para que aquellas que así lo desean puedan tener más hijos”, apunta.