Caso María Cash: por qué las escuchas complican al camionero detenido 13 años después de la desaparición de la joven

El teléfono celular de Héctor Romero (71), el camionero detenido y acusado por el homicidio de María Cash, es por estas horas la clave de una acusación que dio un giro en una de las causas más resonantes del último tiempo.

Pero ¿cómo puede una investigación que lleva 13 años encontrar nuevas evidencias? Las escuchas telefónicas y un pacto de silencio que se rompe parecen ser la clave para saber qué pasó con la joven desaparecida el 8 de julio de 2011.

La apertura del teléfono de Romero está en manos de la Gendarmería Nacional, que este viernes a las 11.30 accedió al celular y deberá analizarlo.

Romero fue detenido el martes después de que el fiscal Eduardo Villalba emitiera un dictamen recopilando las evidencias recolectadas hasta el momento y que terminaron en la imputación por homicidio agravado con prisión preventiva.

La defensa de Romero pidió este jueves que el camionero obtenga la domiciliaria por su edad y por su estado de salud, aunque todavía el Juzgado Federal N°2 no resolvió.

Aunque parezca inexplicable, el teléfono de Romero es una prueba clave para esta etapa de la investigación después de un giro en la causa.

Las ubicaciones de las antenas el día de la desaparición de María Cash y los horarios incongruentes con las declaraciones del camionero son algunos de los puntos que cuestiona el fiscal Villalba para sostener la acusación. Esa fue la punta del ovillo para volver a citar testigos, varios que aún son empleados de Miguel Segura, el entonces jefe de Romero.

Las declaraciones del entorno de Romero que se contradicen con la ubicación de las antenas y el testimonio del camionero fueron fundamentales en esta etapa de la investigación. Pero sobre todo el nerviosismo que generaron las citaciones.

El camionero parece acorralado: en escuchas telefónicas quedó registrado dando indicaciones a Gustavo Lemos, el encargado del supermercado Miguelito.

Romero trabajaba manejando un camión de la empresa Miguelito y su tarea era trasladar mercadería entre las sucursales de Güemes y Joaquín V. González.

“Se determina con el análisis telefónico que Romero se contradice en relación a la hora de llegada y retorno de J. V. González el 8 de julio de 2011 -NdR el día que desapareció María Cash- ya que como se observa en análisis él arribó a esa localidad a hs. 18.42 (sic) y emprendió regreso a las 21.07, demorando 02.47 horas de viaje desde Güemes a González y un tiempo de demora de regreso de 03.23 desde González a Güemes, abriéndose dos ventanas de tiempo que rompe su patrón de conducta”, aseguró el fiscal Villalba en las pruebas que le exhibió a Romero en la indagatoria.

Esa ventana de tiempo había motivado la citación de Lemos a declarar. El 5 de noviembre, cuando el empleado recibió la citación de la Justicia, lo llamó.

–Gustavo Lemos: Pero que raro que salte lo mío ahí …

–Héctor Romero: Porque vos me decís que te habían preguntado a vos de qué había ido el camión, cómo era ese día, pues… …algo así creo que me has dicho, no me acuerdo yo tampoco de eso.

–GL: Y si, el camión ha llegado, ¿qué no?

–HR: Claro, pue.

–GL: Claro, pue.

–HR: Y si ha llegado más o menos en el horario, en el horario normal que siempre llego.

–GL: Claro

–HR: Y nada más, por eso vos acordarte más o menos que… qué ha dicho, qué le ha dicho al policía y eso, pues si no, no… no tenés que inventar nada, vos tenés que…

–GL: No, no, no.

–HR: Responder lo que ellos te pregunten, vos tenés que… si no sé nada, sí sé o no sé nada más. No, no inventes nada, vos, porque te vas a perjudicar después solo.

–GL: Claro, no, no, no, no, más vale… así que bueno, voy a tener que ir che.

–HR: Y sí, para ver qué pasa, ¿ha visto?

–GL: Aja.

–HR: Pero por eso te digo, seguro que te lo preguntas a mí si yo te he dicho algo… y eso, pero no… yo no me acuerdo que te haya dicho nada raro, ¿ha visto?

Esa indicación sobre lo que debe declarar ante la Justicia para no complicarlo despertó las sospechas de los investigadores.

Según otra de de las escuchas, en otra de las conversaciones entre Damián Romero, el hermano del camionero, y Federico Segura Giménez, el hijo de Miguel Segura, el dueño del supermercado Miguelito y el jefe de Lemos y Romero, se desprende otro elemento que lo complica.

–Federico Segura: ¿Qué dice el Romerito?

–David Romero: No, ni le pregunto, mira.

–FS: ¿Ah?

–DR: Ni le pregunto.

–FS: Ah, bueno.

–DR: Esta mañana lo he visto que ha ido a ver unas cosas a la cámara de uno, pero ni le pregunto. Pero que la tiene complicada, la tiene complicada.

–FS: Y sí pue, ya lo enriedan de nuevo en el quilombo.

–DR: Sí, si lo enriedan bien en el quilombo. Por eso yo no, yo he hablado con él antes de ayer nada más, y después no le pregunto más del tema.

–FS: Claro.

–DR: No sé cómo zafará. Ahora lo único que queda es apechugar, porque ya no queda otra. El quilombo está hecho hace 13 años.

Miguel Segura es un empresario conocido en Salta y su hijo, el diputado provincial Daniel Segura Giménez, más conocido como «Negro», quien habría recomendado a los involucrados no hablar por teléfono, después de lo cual las conversaciones entre los testigos se redujeron.

Pero en otra de las escuchas que obtuvo la Justicia, Segura se comunicó con Mario López, el encargado de la flota de camiones de la empresa.

–Mario López: Hay otro punto ahí don Miguel.

–Miguel Segura: Si.

–ML: Tema de levantar gente, no pueden levantar a nadie.

–MS: Ah no, no, eso sí que no, después eso explicale vos el quilombo que tengo yo hoy en día por culpa de un chofer pelotudo que ha hecho una cagada… he la verdad que se ha mandado un moco de la mierda y… y hoy me tienen a mi como bola sin manija.

El fiscal Villalba anticipó que realizarán nuevos rastrillajes para intentar encontrar el cuerpo de María Cash. El fiscal plantea una hipótesis que establece que el camionero, en ese trayecto, «por circunstancias que no están claras» y «aprovechándose de su estado de vulnerabilidad», la mató en un estado de indefensión y descartó el cuerpo.

Las ventanas de tiempo entre que llegó al supermercado a dejar la carga y la demora en regresar suponen, para los investigadores, un punto clave para analizar lugares concretos donde podría haber descartado el cuerpo.

Para ellos, el conocimiento que Romero tiene de la zona le habría dado la posibilidad de esconder el cuerpo sin que hasta ahora lo pudieran encontrar, algo fundamental para lograr impunidad durante más de una década.

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