Clave para acusar a Alberto Fernández: qué dice el informe psicológico sobre Fabiola Yañez
Durante cuatro encuentros, el personal de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) entrevistó a Fabiola Yañez. Los especialistas elevaron a la fiscalía de Ramiro González un informe sobre el estado integral de la ex primera dama.
Allí se revelan detalles sobre el tipo de vínculo que mantenía con Alberto Fernández y la dinámica de violencia a la que fue sometida, según determinaron los investigadores. Ese trabajo fue uno de los insumos clave para pedir la indagatoria del ex jefe de Estado, por lesiones leves y graves, doblemente agravadas por el vínculo y amenazas coactivas.
Las profesionales del área se entrevistaron con la ex primera dama en cuatro ocasiones, en encuentros virtuales realizados después de que se inició la acción penal. Para entonces, Fabiola Yañez ya había manifestado ante el juez federal Julián Ercolini su temor, las presiones, el hostigamiento y la violencia a la que había sido sometida.
En su dictamen, el fiscal concluyó que “producto de, cuanto menos, ocho años de agresiones psicológicas y físicas sistemáticas sufridas por Fabiola Yáñez, las profesionales psicólogas del Ministerio Público Fiscal -que remarcaron el desgaste emocional de la víctima- anotaron el impacto en su estado anímico, la voluntad y vitalidad de la damnificada. A esto sumaron la existencia de un fondo emocional depresivo con la predominancia de sentimientos de humillación, vergüenza, soledad, miedo y desconfianza”.
La médica psiquiatra presentada por la querella también advirtió «múltiples secuelas de daño psíquico reactivo a situaciones de violencia sistemática y crónica sufridas por Yáñez desde hace ocho años en el marco de su relación de pareja, elementos de juicio que junto a los restantes analizados resultan suficientes como para imputar al ex presidente el debilitamiento permanente de la salud de su ex pareja a título de lesiones graves”.
En el informe que se consignó en el dictamen se indicó que “según lo referido por la damnificada, puede entenderse que la dinámica vincular presentaría una modalidad donde prevalecerían características violentas y conflictivas, con hechos de violencia psicológica de carácter sistemático, algunos estallidos de violencia de tipo física y, a partir de la separación, algunas acciones compatibles con violencia económica”.
En otro tramo de sus conclusiones, las especialistas indicaron que lo largo de todo su relato Yañez manifestó “distintas situaciones que dan cuenta de la continuada violencia psicológica que el señor Fernández habría ejercido en su contra”.
¿Qué había contado en esos encuentros Yañez? «‘En una mesa si yo hablaba, me hablaba encima, me callaba, en mesas donde había 12 personas; ‘el destrato era total. Me decía que me calle. Que no me ponga tal ropa. Que no hable’; ‘Íbamos a lugares en los que nadie podía verme’”.
Según el informe, el relato de diversas situaciones fue acompañado “con distintas expresiones emocionales coincidentes con lo narrado como angustia, impotencia, sentimientos de indefensión, enojo y quiebres en su relato tanto por silencios ocasionales, así como por momentos donde se la vio visiblemente angustiada”.
En varias ocasiones Yañez dijo durante esas entrevistas: “me hacía sentir la peor persona del mundo”.
En simultáneo a estas situaciones relatadas, la ex primera dama expresó que eran constantes las infidelidades de Alberto Fernández, “lo cual redundaba en el menoscabo a su autoestima”.
La letra del informe
El informe psicológico se subdividió en tres dimensiones, utilizando para ello la matriz de riesgo elaborada por el Ministerio de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires. Se tomaron en cuenta el análisis de la víctima de violencia, los tipos de violencia y los factores relacionados con la persona que ejerce la agresión.
Respecto al primer punto, las especialistas se refirieron a los “problemas de salud y el consumo problemático que atraviesa una víctima, ya que la exposición al ejercicio sistemático de violencias provoca modos de padecimientos particulares y una mayor probabilidad de contraer enfermedades y que las personas que atraviesan violencia de género tendrían mayor riesgo de atravesar problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva a corto y largo plazo”.
Mencionaron que a lo largo de las entrevistas se relevaron “algunas afecciones que podrían estar vinculadas a las vivencias descritas en la historicidad del vínculo de pareja con el denunciado”.
El equipo del área especializada de la Procuración advirtió que “habría algunos padecimientos que preexistirían al vínculo con el denunciado y que esto ubicaría a Yáñez en una posición de mayor vulnerabilidad, donde los hechos de violencia podrían generar una profundización o agravamientos de los mismos”.
De hecho, se evidenció el “consumo de ansiolíticos y antidepresivos, prescriptos con diagnóstico profesional, trastornos del sueño y consumo problemático de alcohol». En relación con ello, indicaron que Yáñez ubicó «tres escenarios vinculados a la ingesta de alcohol, los cuales no serían estancos, pero si progresivos”.
Se determinó que hubo un “consumo asociado al disfrute y a lo social; un segundo momento en el cual comenzó a ser un problema en el vínculo debido a que el señor Fernández habría decidido no tomar alcohol; y un tercer momento en el que frente a situaciones puntuales se habría incrementado su consumo como respuesta sintomática a las situaciones de violencia”.
El tipo de violencia
Además, el informe psicológico analizó las características centrales de la violencia sobre todo cuando es sistémica, algo que “impacta profundamente en aquello que nos constituye como personas”. Se explicó que una de las prácticas que afecta a la subjetividad en estos términos son “las humillaciones y desvalorizaciones constantes. Profundiza esta situación de vulnerabilidad, la ausencia de redes vinculares producto del paulatino aislamiento de los vínculos, afectos y contactos en el que las víctimas de este tipo de violencias se ven inmersas”.
Estas dos dimensiones -remarca el informe- “afectan gravemente la autonomía y dificultan el registro de las violencias”.
En las entrevistas realizadas a Yañez, “esta dimensión aparece de forma recurrente en expresiones como: ‘me fue desmotivando’, ‘es una persona cínica que me hizo sentir la peor basura del mundo’, ‘nunca tuve un lugar, no podía elegir ni el perro que íbamos a tener. No podía participar de ninguna decisión’, ‘estudiar para mí siempre fue lo más importante. Me becaron por mis notas, trabajaba en la comunicación institucional de la Universidad de Palermo, ¿cómo puede ser que no me hayan dejado hablar por cuatro años?’, ‘me fue acorralando’, ‘antes tenía amigos, viajaba, me reía. Ahora, no me reconozco. Ni siquiera tengo amigos. Nadie quiere acercarse a mí’, ‘negué todo tanto para no sufrir’”.
Las psicólogas también advirtieron que la negociación de la cuota alimentaria sería utilizada como medio para manipular y continuar el ejercicio de poder y el control, incluyendo otros tipos de violencia.
Una relación «asimétrica de poder»
En el tramo final del informe se analizaron los factores relacionados con la persona que ejerce la agresión. “El señor Fernández es un ex presidente, quien otrora ejerció distintos cargos como funcionario público, abogado, docente, con reconocimiento social y poder económico, y por ende, es de suponer que tiene vinculación con distintas personas influyentes. Más allá del poder real, esta trayectoria instala a nivel simbólico la certeza de dicha asimetría”.
Esta documentación -junto a otras medidas de prueba- condujeron al fiscal González a sostener que en un contexto de “violencia de género signada por la particular relación asimétrica de poder con el agresor, por lo menos desde el año 2016 hasta la instancia de la acción penal el 6 de agosto de este año y la consecuente prohibición de contacto impuesta en el expediente, Alberto Fernández ejerció de un modo sistemático violencia psicológica contra Fabiola Yáñez bajo las formas de acosos, hostigamientos, controles, indiferencia, insultos, culpabilización, destrato, retiro de la palabra, ninguneos y hostilidad”.
Clarín