El mensaje de Monseñor Marcelo Mazzitelli en la Misa de la Cena del Señor

En la Misa de la Cena del Señor, Monseñor Marcelo Mazzitelli sostuvo que “hacer presente los actos de Jesús en la celebración eucarística y consagrar la vida al servicio de los hermanos son dos realidades que están unidas”.

“Queridos hermanos y hermanas, venimos preparando nuestro corazón desde la cuaresma en la certeza del canto de vida que brota desde una tumba vacía, celebramos cada día en este despliegue del único misterio con la alegría de descubrir al Señor vivo junto a nosotros; nuestra asamblea es una expresión de ello, nos reunimos como hermanos compartiendo nuestra fe”, dijo el Administrador Apostólico de la diócesis en la Misa del Señor celebrada este jueves en la Catedral San Rafael Arcángel.

“El Señor y Maestro antes de la fiesta de la Pascua va preparando el corazón a los discípulos dejando en su memoria palabras y gestos que serán comprendidos a la luz de la resurrección. Abriendo su intimidad nos dejó su testamento espiritual para todos nosotros”, expresó.

Sobre el lavatorio de los pies, Mons. Mazzitelli reflexionó que Jesús en la cena “simboliza el don de sí mismo que pronto va a realizar entregándose a la muerte en la cruz, su gesto es anuncio del suceso inminente”. 

“Él nos invita a hacer lo mismo, a vivir en el servicio, amando con el don de su amor. Su entrega que sabe de muerte y vida se hace presente en y por la Eucaristía por la cual vivimos en comunión con Él y por la cual nuestra vida se hace vida para los demás”, afirmó y especificó: “especialmente para los que más sufren, para lo que en nuestro tiempo ya no tienen lágrimas que derramar, los que son considerados descarte de la sociedad, los que no pueden llevar el pan a sus familias, por los ancianos desprotegidos por la injusticia padecida en su debilidad y necesidades, la vida de los jóvenes víctimas de narcotraficantes”. 

El  Administrador Apostólico resaltó que vivir en esta comunión con el Señor “nos compromete a dar ese fruto abundante como expresión de la vida nueva expresado en el mandamiento que nos dejó: “ámense entre ustedes como yo los he amado”. Alimentarnos en el peregrinar con la Eucaristía significa también celebrar en el altar el don de la fraternidad, la Eucaristía hace a la comunidad”.

“Alimentarnos con el mismo pan bajado del cielo celebrando la fraternidad que nos regala y que quiere ponerse en nuestras manos, es ir respondiendo a la súplica de Jesús al Padre: “que todos sean uno para que el mundo crea”. Vale que nos preguntemos cómo vivimos y que aportamos a la comunión en nuestra comunidad diocesana, parroquial, responder a esto necesita de un espacio que reclama humildad abriendo camino a la conversión”, expresó.

En el día que se instituyó el Orden Sacerdotal, Monseñor destacó: “Hoy también damos gracias por el sacerdocio ministerial, don del amor del Señor por su Pueblo, pidan queridos hermanos por nuestra conversión y santidad. Abrazo agradecido a mis hermanos sacerdotes a quienes voy conociendo por su entrega generosa”. 

“Hacer memoria, dejarnos abrazar por la presencia y vivir la comunión fraterna es celebrar la vida en Cristo que nos conduce al corazón del Padre, es comprometernos con el anuncio de esa vida y vida en abundancia para que todos puedan conocer el amor que Dios nos tiene sintiéndose invitados a la mesa de la Eucaristía en unidad, llamados a vivir en el servicio entre nosotros. El Señor se pone en nuestra manos siendo Pan de Vida, para que nosotros moramos en su corazón junto al Padre, recibamoslo con agradecida alegría y anunciemos con pasión misionera”, concluyó.

 

Fuente: De Buena Fe

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