«La literatura de entretenimiento es necesaria, porque es el único camino para acabar leyendo a Borges o García Márquez»
Con cerca de cuatro millones de lectores solo en su país, el escritor español Juan Gómez-Jurado es todo un fenómeno de ventas con la saga de novelas policiales «Reina Roja» y sus obras han sido traducidas a más de 40 idiomas.
Sus historias, que mezclan acción, intriga y ritmo frenético, son seguidas con pasión tanto a través de sus ocho novelas como en televisión con una serie de la que ya se está rodando su segunda temporada.
Pero Gómez-Jurado, conocido como el rey del thriller español, concluye su saga con «Todo muere», un final que no ha gustado por igual a todos sus seguidores y del que dice que es mejor que no se sepa nada para proteger la experiencia del lector.
Una mujer no dudó incluso en golpearle con un cojín durante una presentación de su libro para mostrarle su enfado.
Una muestra de que sus historias enganchan y él tiene claro la clave de su éxito: escribir novelas entretenidas que a él le gustaría leer.
Por eso cuando se puso a escribir su primera novela, «El paciente» (2014), lo hizo sin grandes pretensiones, pero con una estructura con la que interconectar todas las demás novelas por las que durante una década han desfilado personajes emblemáticos como Antonia Scott. Lo hizo sin avisar al lector de que cada obra formaba parte de una saga.
BBC Mundo habló con él en el marco del Hay Festival de Cartagena 2025, el festival de literatura e ideas que cumple a fines de enero sus 20 años de celebración en esta ciudad del Caribe colombiano.
Durante la presentación de «Todo muere» dijiste que desde el inicio de la saga estuviste mintiendo a tus lectores, ¿qué querías conseguir con esto?
Lo más importante para mí era proteger la experiencia del lector. Cuando nos encontramos con un mundo como este, en el que cada día al lector se le infantiliza mal, se le toma por idiota, creo que es valioso y muy necesario intentar evitar por todos los medios el exceso de información.
Creo que el lector tiene que llegar a la novela sabiendo lo menos posible para que cuando se encuentre las cosas vaya disfrutando de ese descubrimiento y que lo haga por sus propios medios.
¿Pero entonces tenías claro desde el principio que querías hacer estas novelas de esta manera?
No, tenía claro el camino y tenía claro que el camino era algo muy complejo y que hasta donde yo sé no existía per se. El hecho de que cada una de las novelas que componen esta historia estuviera interconectada entre sí, de manera que el significado de cada una de ellas modificase el de la que venía antes y el de la que venía después, eso sí lo tenía claro.
Y para eso, tampoco podíamos ponerle números a la saga. No podíamos decir ni siquiera que formaba parte de una saga hasta que no quedó más remedio en el penúltimo libro, porque ahí ya era una cosa tan inevitable que hubo que contarlo.
¿Y cómo ha sido la reacción de los lectores cuando han llegado al final del libro?
Hay mucho odio, hay mucho amor también. Yo lo resumiría todo con una señora que estaba esperándome en la fila durante una presentación en Barcelona.
Llevaba una bolsa muy grande de estas de tela que te llevas al supermercado y cuando hora y media después ya me alcanzó me dijo, ¿te puedo dar mi reseña de «Todo muere»? y le dije, sí, claro y sacó de la bolsa un cojín y empezó a pegarme con él y dijo, toma cinco estrellas, cinco cojinazos (risas). Creo que eso es positivo y valioso. Lo peor que puede generar un libro es que te dé igual.
Dejaste el periodismo para dedicarte a la escritura. ¿Por qué te atraen tanto los psicópatas? ¿Por qué pasar de los dramas reales a los de ficción?
Hay una cosa muy bonita de la ficción y es que se empaqueta fácil. En general, cuando una respuesta es muy sencilla, la realidad es que casi siempre es mentira. Y sin embargo, en la ficción se puede llegar a la verdad, no a una verdad factual, sino a una verdad humana, universal o que tenga que ver con la experiencia humana o por lo menos como la vivo yo, a base de contar cosas que no han pasado nunca.
Esa dicotomía es la que me resulta interesante. Es un refugio porque es cierto que cada vez es más difícil separar lo que es real de lo que es cierto. Con la ficción no tienes ese problema, pero sí que puedes encontrar mucha verdad en ella .
¿Crees entonces que este mundo se parece cada vez más a una novela?
A una novela mala. Tendría que poner ejemplos reales y me niego. Pero hay una cosa que es bastante sencilla y que no nos va a generar 18 millones de haters. Es mucho más fácil decir que la Tierra es plana a que es esférica, porque tú miras hacia delante y es recto.¿Cuántas personas han subido a la Estación Espacial Internacional? Subir a la estación espacial internacional lo han hecho un puñado de personas. Mirar en el campo hacia adelante y ver que está recto, lo hacemos todos.
Normalmente es mucho más difícil encontrar el hecho que encontrar una explicación sencilla que sirva para que todo el mundo se la crea.
Cuando alguien crea una ficción como la de los chips en las vacunas crea una ficción fácilmente repetible. El problema es que es muy sencillo decirlo. Cuando alguien inventa este tipo de cosas, lo hace con pleno conocimiento, lo hace creando una ficción que es mimética. Los seres humanos somos maravillosos individualmente, pero colectivamente no solo nos comportamos peor, sino que somos extremadamente fáciles de manipular. Ahí es donde empieza el problema.
¿Cómo contribuye la literatura a luchar contra todo esto?
La palabra clave es papel. Esa es la palabra clave. En este mundo ha desaparecido el instante de reflexión. Antes llegabas al médico o estabas en la consulta del dentista, te parabas un momento y pensabas sobre lo que fuera. Ahora, como bien sabes, no. Ahora sacas el teléfono móvil y te pones a ver vídeos de gatos en Instagram. Es así como funciona.
¿Cuál es el papel de la literatura en este sentido?
Pues el mismo que el del cine bien visto y el del deporte practicado con los cinco sentidos. No creo que la literatura sea superior a otras actividades humanas que llevan al mismo lugar. Es «estate aquí en este momento, con un libro, en papel a ser posible, tocando la realidad y con la única compañía de tu propio cerebro para descodificar lo que tienes delante». Además la lectura per se es una experiencia empática. De la misma forma que lo son otras actividades.
No sólo escribes novelas para adultos, sino que junto con tu esposa Bárbara Montes has creado una serie de novelas juveniles conocidas como el universo Amanda Black. ¿Cómo has conseguido llegar a todos esos jóvenes?
Escribiendo las novelas que me gusta a mí leer. Yo siempre he tenido muy claro que no era un escritor literario, sino que era un escritor divertido. Hacemos novelas divertidas y les gustan.
Eres uno de los escritores más leídos en lengua española. Sin embargo, a veces las novelas negras son vistas como un género menor. ¿Crees que hay diferentes divisiones en la literatura?
Yo creo que las divisiones en la literatura no están en los géneros, están en cómo están hechas las historias. Hay novelas muy entretenidas y que no van a pasar a la historia de la literatura, como son las mías, que, sin embargo, están llenas de intención y de ganas de elevar el género, pero dentro del género, sin trascender. Y hay novelas que no venden tanto y que son absolutamente imprescindibles por otros motivos.
Lo que sí que está muy claro es que el escritor de entretenimientos es necesario. La literatura de entretenimiento es el único camino para acabar leyendo a Bukowski, a Borges, a García Márquez. Para llegar a esta gente tienes que pasar por Asterix y por Tintín. La lectura es un camino de descubrimiento que lleva toda la vida. Siempre que comento esto hay alguien que dice que leía a Susan Sontag y a Jaroslav Hasek cuando tenía ocho años.
La experiencia es propia, obviamente. Habrá personas, pero no es mi caso, ya te lo garantizo. Yo para leer «Las aventuras del buen soldado Svejk», o «Guerra y Paz», o «Moby Dick» empecé por Tintín y por Astérix y luego eso me llevó a otras cosas.
Es necesario que exista la literatura de entretenimiento, porque incluso aquel que dedica toda su vida a leer a Vargas Llosa, a Borges, a Julio Cortázar, a Camilo José Cela o a Miguel Ángel Asturias, incluso esos necesitan leerse una novela de entretenimiento sin mayores pretensiones cuando están tumbados en la playa.
Volviendo a tu historia más personal, en el pasado explicaste que te enteraste con 36 años de que habías sido adoptado siendo un bebé. ¿Cómo se enfrenta uno a esta noticia?
Es bastante difícil, porque aunque yo lo sospechaba desde hacía muchísimo tiempo, desde los 9 a 10 años, es una cosa que como no lo sabes, lo metes dentro de un cajón. Pero cuando salió, lo hizo en un momento además muy crítico, porque mi padre estaba muy enfermo y no quería hablar del tema, yo me estaba divorciando… No fue fácil, me cayó como un golpe bastante duro.
Pero esa etapa creo que fue esencial para cambiar mi manera de leer y de entender los libros, porque eso sumado a los amigos nuevos que hice en aquellos años y con los que hago un podcast ahora, me dio una perspectiva nueva de la vida. Había que afrontar las cosas desde el sentido del humor en vez de desde la tragedia. Cambió mi manera de escribir.
Con el tiempo has llegado a hacer incluso bromas de todo esto. ¿Es, como dices, el amor y la risa lo más importante en la vida?
Sí, por ese orden casi seguro (risas). Sí, creo que sí, sí, sí. Lo son y lo que tengo claro es el orden.
Foto: Jeosom / Juan Gómez-Jurado es conocido como «el rey del thriller español»
BBC Mundo