Meloni impone una restricción a la cantidad de argentinos que podrán acceder al pasaporte italiano
Italia no permitirá tramitar pasaporte de ese país tataranietos sino, máximo, nietos.
El gobierno de derecha de Giorgia Meloni aprobó este viernes un decreto que le puso fin a la obtención “fácil” de la ciudadanía para los descendientes de italianos. Hasta ahora una ley de 1992 permitía que, por “ius sanguinis” -derecho por sangre-, obtuvieran el pasaporte italiano los descendientes de tercera o cuarta generación de italianos, es decir, con un tatarabuelo.
Esto dio lugar en las últimas décadas, marcadas por crisis económicas en países tradicionalmente con mucha inmigración italiana, como la Argentina o Brasil, a una multiplicación de italianos residentes allí que no hablan el idioma ni conocen la historia de la península, así como a abusos de todo tipo. Entre ellos, grandes negocios para agilizar trámites para la obtención del pasaporte italiano a decenas de futbolistas famosos.
De ahora en más, y en una drástica vuelta de tuerca, en la práctica sólo quien tiene padres o abuelos italianos, es decir, sólo los descendientes de primera o segunda generación, podrán obtener automáticamente la ciudadanía italiana, según aprobó este viernes un consejo de ministros.
“A partir de la medianoche ya no se podrá pedir la ciudadanía con las viejas reglas, sino sólo si se tienen hasta a abuelos italianos”, explicó el vicepremier y canciller, Antonio Tajani, impulsor de la reforma.
Los trámites ya no se podrán hacer en los consulados italianos en el exterior, sino directamente en la Farnesina, como aquí es llamada la cancillería.
Tajani aclaró que seguirá vigente el “ius sanguinis” y muchos descendientes de inmigrantes podrán aun obtener la ciudadanía italiana, “pero se pondrán límites precisos, sobre todo para evitar abusos o fenómenos de comercialización de pasaportes italianos”.
Según cálculos del Ministerio de Relaciones Exteriores italiano, desde fines de 2014 a fines de 2024, los ciudadanos italianos residentes en el exterior aumentaron de cerca de 4,6 millones a 6,4 millones: un aumento del 40% en diez años. La Argentina, por ejemplo, pasó de un reconocimiento de unas 20.000 ciudadanías italianas en 2023, a 30.000 al año siguiente.