Milei sospecha que Massa está detrás de su pelea con los gobernadores y prepara medidas como venganza
La sala de reuniones todavía tiene regalos arrumbados en los rincones, paquetes sin abrir, restos de una celebración que ya pasó en los primeros días de diciembre, cuando asumieron el Gobierno. Entre el calor sofocante de afuera y las oficinas vacías por el viaje presidencial a Israel y Roma, la Rosada está desierta. El único sonido que sobresale es el de un grupo de visitantes extranjeros que está en el recorrido turístico de la Casa.
Pasaron 24 horas de la caída de la ley de Bases y en la intimidad del poder, solo se respira venganza. “Nos faltaba un adversario. Ahora ya está claro”. ¿La casta no lo era ya? “Sí, pero ahora será mucho más concreto, personalizado y frontal”. El funcionario que habla enumera una lista de opciones para mostrar la capacidad de revancha: son casi impublicables.
Sergio Massa, el adversario
Parece una ironía, pero asegura que el enojo es tan grande que estarían dispuestos a retirar gendarmes de Santa Fe para ejemplarizar a Maxi Pullaro, su gobernador. Difícil pensar que se haga realidad. En el medio, activaron una bomba atómica para las provincias cuando les anunciaron que se daba de baja el subsidio al transporte sin período de transición. Es una masacre al bolsillo de los municipios y de la gente. Tuvieron la astucia política y social de no perjudicar al AMBA con esa decisión porque la región metropolitana está amparada por la SUBE. Los gobernadores y los intendentes del resto de la Argentina quedaron desahuciados.
Llama la atención que aparece Sergio Massa en la lista de “traidores” no publicada por el Presidente. Lo ven jugando a la política detrás de los movimientos de los mandatarios de Misiones, Salta y Neuquén, y creció un enojo feroz. Si hay una zona donde Milei mostró pragmatismo fue en su relación con el exministro. No está escrita en detalle todavía la historia de ese vínculo y de los acuerdos que se hicieron. Por eso, con el mensaje enviado de que lo estaban señalando como autor del derrumbe de la ley, alrededor de Massa se mostraban incrédulos: “No hay ninguna posibilidad de que se meta con Sergio”, dijo alguien por ahí.
Cumbre en Roma
Lo de Roma estaba escrito. Las conversaciones permanentes entre el Presidente y su asesor estrella, Santiago Caputo, iban en una sola dirección desde el martes a la noche. No iban a continuar en sus cargos ni Osvaldo Giordano de Córdoba, ni Flavia Royon de Salta. La decisión se comunicó mientras el ministro del interior, Guillermo Francos, se estaba por ir a Ezeiza para volar a Italia. Sandra Petovello llegó anoche a la zona del Vaticano.
Hubo una presión sutil de Petovello por sostener a Giordano, a cargo de la Anses, y de Francos por lograr calmar el discurso de traición y volver al diálogo. El ministro del Interior dijo en TN que espera que vuelva a suceder una reunión con todos los gobernadores en La Rosada cuando pase el temblor. Soñaba con que el aura papal serene la furia del Presidente. Todos sabían que eso no iba a suceder.
Más vale están pensando en un esquema donde la relación con el Congreso sea solo de provocación. Mandar proyectos que “molesten a la casta”. En esa carpeta, está dar de baja todo el sistema de registros de la propiedad automotor, una estructura que benefició históricamente a la política. No está clara la voluntad del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona en este tema.
La caída de la ley fisuró un equilibrio frágil entre confrontación y diálogo: una versión halcones y palomas de La Libertad Avanza. Está claro que ganan los halcones.
Con este escenario, un grupo de gobernadores de Juntos por el Cambio empezó a organizar mensajes de concordia. Es una mezcla de angustia económica y desorientación política. “Estamos dispuestos a poner la otra mejilla”, mandaron a decir. El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, es más receptivo con atenderles el teléfono a algunos de ellos. Cuando es para hablar de diálogo, no de plata. Eso lo supo un mandatario de JxC que esta semana buscó caminos para que le liberen una partida que le corresponde. Eran 1500 millones de pesos. Pidió a tres personas estratégicas si podían ayudar a ablandar la billetera del ministro. Los tres intermediarios le dijeron que no tenía ni sentido intentar la gestión.
La desesperación fiscal de provincias y municipios se derrama a niveles de pánico. Lo saben bien algunos grandes empresarios de cadenas de supermercados. Uno recibió una penalidad insólita en un distrito del Conurbano. Por 15 yogures vencidos detectados en una inspección, la secretaría de Comercio de esa intendencia le quiere cobrar 25 millones de pesos. Todavía está apelando la medida.
Mauricio Macri a Santiago Caputo: “Déjense ayudar”
Los rumores de cambio en el Gobierno activaron a Mauricio Macri. Desde La Angostura, llamó a Santiago Caputo el miércoles a la noche. La conversación duró una hora. Son dos personas que se conocen, pero no necesariamente se confían. “Déjense ayudar”, insistió el expresidente. Empieza a crecer una preocupación obvia: sin ley, sin alianzas, sin poder propio y sin equipo para completar una gestión que solo parece viva en Economía y Seguridad, ¿durante cuánto tiempo es sostenible?
A pesar de que están en su máximo nivel de enemistad e incomunicación, se despliega una presión de pinzas -no coordinada- de Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Los dos ofrecen el menú de gobernabilidad del PRO. Ella todavía preside el partido. Él la va a suplantar el 13 de marzo si la realidad sigue sus planes. Milei tiene un chat que se llama Mesa con su hermana, su amigo y asesor Caputo, y Posse, el jefe de Gabinete. Ahí no se le ocurre a nadie rifar el poder.
Pero el problema persiste. Hay una presión interna sobre Posse para que logre, como mínimo, designar formalmente a los funcionarios. Acá escribimos la semana pasada el caso Ferraro. El ministro de Infraestructura todavía sigue técnicamente en su puesto. No hay en su caso solo una cuestión de cuidado personal “menos cruel”, como reconoció un funcionario que toma decisiones. Lo que hace que siga en su cargo es el problema de las firmas. No hay con quién.
Los funcionarios sin funciones
Daniel Scioli ya está en Buenos Aires. Ocupa su despacho de secretario de Turismo, Ambiente y Deporte, viajó al Parque Nacional los Alerces a ver el fuego de cerca, pero no hay mucho que pueda decidir. Todavía no fue designado en el cargo. “Está haciendo un trabajo espectacular… ad honorem”, ironizó en TN el ministro del Interior, Guillermo Francos, autor de la llegada de Scioli al Gobierno.
El ministerio de Desarrollo Social de Sandra Petovello está en una situación peor. Solo “tiene firma” -la manera en que la gestión pública llama a estar oficialmente nombrados- el secretario de Niñez y Familia, Pablo de la Torre. Los demás secretarios y subsecretarios están transitoriamente como asesores, así por lo menos cobran un sueldo. Tampoco tienen capacidad de firmar decisiones. Ese embudo de gestión está empezando a crecer adentro. Ayer hasta Patricia Bullrich se quejó en televisión de que faltan muchísimos nombramientos.
Son todas simultáneas, no conectadas entre sí o apenas unidas por la descoordinación más que por la organización de un Gobierno con un comando unificado. Hay más ejemplos: uno creería que presentar un proyecto que penalice el aborto nuevamente es una decisión política consensuada. Pero no. La propuesta lleva la firma de diputados que ni siquiera dicen haber dado su consentimiento. Y ayer había conspiraciones y paranoias en Casa de Gobierno sobre quién había estado detrás de esa movida. En todo caso, aseguran que no prosperará.
Cristina
La expresidenta disfruta de su silencio activo en el Instituto Patria. Está en Buenos Aires desde la última semana de enero y el martes, cuando la ley de Bases dejó de existir, ella recibió gente hasta la noche para escuchar interpretaciones de lo que puede venir. Está ecuménica en sus reuniones. Gente que no tenía acceso tan seguido, ahora la encuentra muy dispuesta a charlar y de buen humor.
Nadie la ve preocupada por el frente judicial. El peronismo organiza un bajo perfil. “No nos vamos a meter mientras el enemigo se equivoca”, dice un operador esencial con enlaces en todos los sectores del poder. También transmite la misma perplejidad que casi toda la clase política: “Estamos ante una aventura inimaginable. Esto nunca pasó. Nadie hizo jamás un Gobierno sin poder propio, con enemigos pero sin alianzas. No es un método que haya sido probado hasta ahora”.
Habrá, en pocos días, una prueba más de este método. Será el 1.º de marzo, cuando Javier Milei no pueda darle la espalda al Congreso y tenga que dar discurso de apertura de sesiones ordinarias. Pensaba llegar con la ley aprobada. Eso ya no va a suceder. Ya está trabajando en cómo diferenciarse de cualquier otro Presidente que haya pasado por ahí desde la vuelta de la democracia. Tiene una sola decisión tomada: “No será un discurso de diálogo y consenso”.
Para TN, Luciana Geuna