OPINIÓN: Los genios de Javi
Antes que nada, una recomendación para el mejor ministro de economía de la historia, Luis Caputo, quien el viernes declaró que el peso va a ser la moneda fuerte y avisó que la gente se prepare porque va a tener que vender los dólares que tiene ahorrados para pagar impuestos. Caramba.
Por ahí somos nosotros los que entendimos mal, pero se suponía que Javi iba a dolarizar, que el peso se iba esfumar, que el Banco Central lo íbamos a cerrar y que los impuestos que la casta le roba a los ciudadanos para irse a Marbella, iban a bajar. Al menos eso fue lo que nos dijeron.
De todo modos, cualquiera hubiese sido el cuento, igual lo íbamos a votar. Con tal de que no gane el kirchnerismo, millones estaban dispuestos a meter en la urna una feta de jamón. Pero una cosa es jamón y otra cosa es paleta.
Tal vez Javi fue engañado y Caputo no es lo que dice ser. Quizás detrás de esa imagen de rugbier concheto de San Isidro se esconde un clásico peruca parasitario del Estado.
Sugerencia del día: mejor que Caputo disimule un poco, no sea cosa que los trolls libertarios se enteren y lo cuelguen en la Plaza Roja como hicieron con Garro. O lo que es peor, que Karina tenga que viajar al FMI para pedir disculpas como tuvo que ir esta semana a la embajada de Francia a pedir la escupidera.
Dicho esto, detengámonos en un asunto mucho menor pero que también amerita alguna recomendación.
Según informó hace unos días el periodista Pablo De León en Clarín, el “expresidente” Alberto estaría escribiendo un libro en el que relataría su experiencia en la Casa Rosada y revelaría detalles inéditos de su relación con Cristina. El libro se llamaría “Días de Conflicto”.
Seamos francos. De su experiencia en la Rosada ya sabemos todo y sobre los detalles inéditos de su relación con Ella, tal vez no sepamos alguna que otra cosita, pero todo lo que no sabemos lo podemos imaginar. Cristina no le debe haber dicho a Alberto nada distinto de que suele decirle a Parrilli. Si a eso le sumamos la crisis económica y la intrascendencia del autor es evidente que vamos derechito a un fracaso editorial.
En tren de asistir a este desposeído intelectual y evitar el naufragio del libro, solo podríamos cambiar el insípido título que eligieron y buscar uno que tenga más punch.
Por ejemplo, funcionaría un poco mejor una tapa con la cara del “expresidente” y el título “Yo, el Topo”. O tal vez algo que refleje el espíritu de su gestión política, tipo “Cómo acabar con el kirchnerismo de una vez por todas”.
Si quisiéramos darle un toque de humor, sería más divertido una tapa con Alberto apoyado en un Corolla y un título en letra cursiva: “Concesionariamente”. Y si la editorial se anima, el título imbatible sería “Alberto, el hombre que emputeció a Cristina”. Con ese titulazo no puede fallar. Lo ves y lo querés comprar. Y de última, perdido por perdido, ponele “Moby Dick” y que se vayan todos a la RPMQLRMP. Total,la mayoría de la gente que compra esos libros no los lee nunca.
Dichas estas pequeñeces, vayamos a lo importante.
Javi tiene suerte. Venimos de una presidenta como Cristina que hizo un pacto con los iraníes para investigar el atentado que hicieron los iraníes, y de un “expresidente” Alberto que, unos días antes de la invasión rusa a Ucrania, le ofreció a Putin que Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en America Latina (3 de febrero de 2022, posta). El crédito que estas cosas le han dado a Milei es inmenso pero, como siempre decimos, no habría que abusar de esa ventaja.
Salvo Melconian, Dal Poggetto y otros comunistas, nadie discute que Javi es el campeón mundial de la economía. De hecho, ya andan diciendo en el gobierno que es inminente el anuncio de la Academia Sueca sobre el Premio Nobel a Milei.
Sin embrago, como decía Tu Sam, otro ilusionista notable, todo puede fallar. No vaya a ser cosa que Broda, Santángelo, Cavallo, Spotorno y demás zurdos, tengan razón y todo termine siendo un fiasco. Lo último que nos falta es que le den el Premio Nobel y, un par de años después, lo llamen de Estocolmo para pedirle que lo devuelva. No solo por el papelón que significaría sino porque encima Javi tendría que reintegrar el millón de euros que le dan a cada laureado. No sería raro que para entonces ya se los hubiera consumido, con lo que morfan esos perros.
Por eso es muy importante que todos ayudemos para que el gobierno no cometa errores. Sobre la manera en que los insultos, los desbordes y la locura ahuyentan a los inversores nos ocuparemos otro día.
Hoy hablemos de la banda de trolls libertarios, esos muchachos que creen haber tomado el poder y suponen, como suele pasar, que les va a durar para siempre. Se los ve tan jóvenes, tan ilusionados y tan iguales a sus predecesores que dan ternura. Vamos a explicarles algo.
Ustedes eran muy chiquitos o ni siquiera había nacido, pero boludos que se fanatizan en defensa de un gobierno y se creen con poder, tuvimos miles.
Sin ir demasiado atrás, podemos recordar a los giles que en 1982, desde la televisión (no existía Twitter), nos contaban que estábamos ganando la guerra y escrachaban a los que dudaban de Galtieri. Así terminaron.
Cuando arrancó la democracia, Alfonsín tenía una bandita llamada La Coordinadora, una especie de La Cámpora radical, salvando todas las distancias del caso. Manejaban casi todos los medios que en esa época eran del Estado, censuraban y actuaban con una soberbia pocas veces vista. El tiempo arrasó con ellos y hoy se han transformado en gente buena pero absolutamente intrascendente, salvo Moreau que sigue siendo el mismo marciano de siempre, ahora robando cámara en el kirchnerismo.
Con Menem llegaron los chupamenem quienes, al igual que sus antecesores, se creían dueños del mundo. Expresaban en los medios un apoyo exagerado, soberbio y finalmente inútil. No los vamos a nombrar porque la mayoría ya no está en este mundo para defenderse.
En 1999 llegó De La Rúa con su famoso Grupo Sushi que integraban sus dos hijos y otros papanatas que también se la creyeron. Duró poco. Si no fuera por Shakira hoy estarían reboleando pelotitas en los semáforos.
Néstor llegó al poder apenas acompañado por la jermu y cuatro bandidos que venían de Río Gallegos. Al toque se avivó de que debía armar su propia banda de alcahuetes y de paso darle laburo a su hijo. Así fue que inventaron La Cámpora. Veinte años después la pregunta del millón sigue sin respuesta: ¿para qué carajo sirve La Cámpora?
Con Macri aparecieron los genios que pensaban cambiar el país desde las redes sociales. “Tranquilo, que en las PASO estamos cabeza a cabeza” le dijeron los boludos al Gato aquel viernes de agosto de 2019. Cuando el domingo abrieron las urnas habían perdido por 17 puntos. Se desconoce el paradero de toda esa gente.
En otras palabras, la historia nos enseña que el destino de los trolls libertarios no será muy diferente. Pasar de rajar ministros a manejar un Uber es solo una cuestión de tiempo. Así fue siempre y así será.
Por eso Javi, humildemente va el último consejo del día: dudá de los incondicionales. Son los que te llevan al borde del abismo.
Y si eso pasa, vos vas a tener que devolver el Nobel y nosotros vamos a tener que bancarnos a Cristina para siempre.
Mal negocio para todos.
Para Clarín, Alejandro Borensztein