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OPINIÓN: Tutorial para jóvenes gorilas

La posibilidad de una eventual detención de Cristina tiene demasiado excitados a los gorilas. No deberían entusiasmarse tanto.

Antes que nada, felicitamos al topito Santiago Caputo por el golpe que le asestó a Milei con el tema de los jueces Lijo y Mansilla. Un genio que está saboteando a su propio gobierno con una estrategia completamente distinta a la que utilizó el Topo Alberto para arruinar al gobierno kirchnerista.

El “expresidente” se inmoló haciéndose pasar por un boludo frente a todo el mundo, en cambio Caputo está logrando el mismo objetivo pero manteniendo un perfil mucho más bajo. El tiempo dirá cuál de los dos topos fue más exitoso.

Dicho esto, destaquemos otro asunto de la semana. Hay que reconocer que Cristina fue contundente cuando, a raíz de las declaraciones presidenciales sobre Malvinas, dijo que Milei era un cipayo porque “ayudó a un poder extranjero en desmedro de los intereses del país en que nació”.

No está mal la referencia que buscó la expresidenta para explicar el significado del término “cipayo”, pero en tren de ser más claro, quizás el Memorándum con Irán sea mucho mejor ejemplo para expresar la idea de alguien que “ayudó a un poder extranjero en desmedro de los intereses del país en que nació”. Tal vez para Ella sea un poquito incómodo, pero para todos nosotros es mucho más didáctico.

Ahora sí, vayamos a lo importante.

Para entender por qué los gorilas están por volver a caer en el error de entusiasmarse hay que empezar por recordar cómo nace el término “gorila”.

Suele atribuirse esta ingeniosa invención a distintos intelectuales peronistas, pero en realidad el término “gorila” fue inventado por uno de los gorilas más adorables. Veamos.

En 1953, pleno segundo gobierno del general Perón, se estrenó la película “Mogambo” con Clark Gable (una especie de Tom Cruise de la época). La historia transcurría en África y cada vez que se escuchaba un ruido fuerte o un temblor, el protagonista decía “tranquilos, deben ser los gorilas”.

En la misma época, cuando el único medio de comunicación masivo era la radio, había un programa cómico muy exitoso en Radio Splendid llamado “La Revista Dislocada” creado por Delfor con libros de Aldo Cammarota.

Parodiando la película “Mogambo”, había un sketch de Cammarota donde un coro cantaba “deben ser los gorilas, deben ser”. Rápidamente el término se popularizó y cuando comenzaron los ataques a Perón, en la calle se decía “deben ser los gorilas, deben ser”. Así nació.

Con el tiempo Delfor llevó “La Revista Dislocada” a la televisión. De allí salieron” Carlitos Balá, Jorge Porcel y tantos otros.

Por su parte el gran Aldo Cammarota creó Telecómicos, otro éxito emblemático de la tele, y fue libretista de Tato durante varios años, incluido el año en que el peronismo los prohibió.

Cuando las hordas de López Rega tomaron los canales de televisión y los estatizaron en julio del 74, lo primero que hizo el interventor peronista de Canal 13 fue echar a Mirtha, a Tato y Aldo Cammarota que tuvo que irse para siempre del país. Falleció en Los Ángeles en febrero de 2002.

Aldo Cammarota, además de un tipo adorable, era un liberal puro y formó parte del Partido Nueva Fuerza fundado por Álvaro Alsogaray, mucho antes de que existiera el triángulo de hierro.

Vaya este recuerdo para alguien que sufrió la epidemia de polio infantil y, aún con todas sus limitaciones físicas, se transformó en uno de los más grandes humorista de la historia argentina, un verdadero liberal y un gorila querible que, entre otras cosas, inventó el término “gorila”.

Aclarado el punto, veamos por qué los gorilas deberían bajar un cambio.

En muchos hogares antiperonistas se está preparando la picada para disfrutar el momento tan ansiado: la detención de Cristina. Algo que, para muchos, podría ser inminente.

Más allá de que seguramente le darían la domiciliaria, muchos gorilas estarán soñando con la imagen de la policía llevándosela esposada al juzgado, con chaleco, casco, los móviles en la puerta de la casa y Mercedes Ninci transmitiendo en vivo para Radio Mitre.

Aunque el procedimiento no terminara siendo así, igual sería festejado por el gorilaje. Error. Sin entrar en el debate de la justicia y la corrupción, desde el punto de vista estrictamente político los gorilas se equivocan.

En el fondo, la detención de Cristina podría ser la mejor noticia que recibió el kirchnerismo desde la caída de las Torres Gemelas. Si hay algo que los peronistas saben hacer como los dioses es convertir la tragedia en épica y la condena en campaña electoral.

De hecho, esto ya pasó. La historia argentina vivió algo muy parecido y, spoiler alert, no salió como los antiperonistas esperaban.

En 1955 Perón fue destituido y luego proscripto durante 18 años. Estaba prohibido nombrarlo en los medios y el diario La Prensa lo llamaba “el tirano prófugo”.

No pudo participar de las elecciones de 1958 (ganó Frondizi) y ni de las del 63 (ganó Illia). Sí pudo participar de los golpes a ambos expresidentes, pero ese es otro mambo.

Para colmo, cuando el General Lanusse llamó a elecciones le puso como condición que debía volver al país antes de agosto de 1972.

Perón no le dió ni cinco de pelota, lo puso de candidato a Cámpora que ganó en marzo del 73, asumió en mayo y en julio el propio General lo rajó. Ya en septiembre, Perón se presentó a las nuevas elecciones y ganó con el 62% de los votos. O sea, todo terminó al revés de lo que se pensó en 1955.

Usted dirá amigo lector que la proscripción y la persecución al peronismo no tiene nada que ver con andar revoleando bolsos con dólares, lavar guita con los hoteles, cobrar coimas con la obra pública y todo el choreo que hizo esta señora. Es verdad, pero en términos políticos se puede transformar en algo parecido.

Se podría alegar que ahora Cristina tendría las manos atadas porque al menos sería inhabilitada para ejercer cargos públicos. Pavadas, como si el peronismo no tuviera ya un tutorial sobre cómo resolver estos inconvenientes.

La detención de Cristina, lejos de ser su final, generaría una inmensa empatía del pueblo peronista y haría que hasta los peronistas más moderados, esos que hoy la miran con cara de «ya fue, compañera», tengan que cerrar filas y salir a defenderla. Kicillof, Massa, los gobernadores, los intendentes y los sindicalistas se verían obligados a verticalizarse (es lo que mejor saben hacer), arrodillarse ante Ella (les sale como los dioses) y volver a aplaudirla como focas (la especialidad de la casa). Habría peregrinación constante de dirigentes hacia su domicilio, como lo hubo cuando Perón estaba exiliado en Madrid.

Podríamos entender que los gorilitas más jóvenes no se den cuenta de todo esto y se entusiasmen con la eventual detención, pero si los viejos gorilones festejan querrá decir que no aprendieron nada de la historia.

Milei tiene herramientas para torcer este cuento. Llegado el momento habrá que avivarlo, antes de que el Topo Caputo le haga pisar el palito. Falta.

Mientras tanto, actualizamos las alternativas del match entre “son boludos” y “son corruptos”. Fue 4 a 4 en el partido, 5 a 5 en el alargue y hace una semana que están pateando penales sin poder sacarse ventaja.

El árbitro acaba de interrumpir la serie de penales y llamó a los capitanes a un costado de la cancha. Algo está por suceder. La tribuna ruge, el estadio tiembla.

Deben ser los gorilas, deben ser.

Para Clarín, Alejandro Borensztein

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