Quién es Daniel Noboa, el popular presidente de Ecuador que sigue el modelo Bukele y que provocó una crisis en la región
El mandatario tiene 36 años, se hizo fuerte en las encuestas con una política contra el crimen organizado al estilo del líder salvadoreño.
De pocas palabras y mirada recia, el presidente Daniel Noboa llegó al poder de Ecuador en noviembre pasado con el compromiso de actuar con firmeza contra la violencia del narcotráfico, una actitud de mano dura al estilo del popular líder salvadoreño Nayib Bukele, cuyo modelo de seguridad cosechó admiradores en toda la región.
“Este gobierno está tomando las acciones necesarias que en los últimos años nadie quiso tomar. Y para eso se requieren huevos grandes de avestruz, no huevos de cartón”, dijo entonces Noboa, que ahora afronta una crisis internacional por el asalto policial a la embajada mexicana, y que su gobierno también justificó como necesario.
Hijo de un magnate bananero, el presidente más joven de América Latina amasó apoyos camino a las elecciones vestido con chaleco antibalas y con un discurso de firmeza contra el narcotráfico, una repuesta esperada por la aterrada población tras el asesinato a balazos del candidato Fernando Villavicencio que alteró la campaña.
Daniel Noboa alcanzaba lo que no logró su padre, Álvaro Noboa, uno de los hombres más ricos de Ecuador, quien aspiró en cinco ocasiones a la presidencia y quiso vencer sin éxito al exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017). Vueltas de la vida, el detenido Jorge Glas había sido vicepresidente de Correa.
Casi un desconocido en la política, Noboa solo había ocupado el cargo de legislador por un breve periodo (2021-2023). Durante esa época fue cuestionado por un presunto conflicto de intereses al financiar de su bolsillo el viaje de siete diputados a Rusia, uno de los principales destinos del banano de su empresa familiar. El viaje ocurrió luego de la invasión rusa de Ucrania, rechazada por Quito, lo que avivó las críticas.
El nuevo mandatario se comprometió a frenar el sangrado del país, que en 2023 vivió su año más violento con 7800 homicidios y más de 40 asesinatos por cada 100.000 habitantes. “Estamos en un estado de guerra y no podemos ceder ante estos grupos terroristas”, dijo Noboa, y declaró al país en “conflicto armado interno”.
Noboa desplegó tropas contra las bandas que tomaron gran parte de Ecuador en su lucha por controlar las rutas de tráfico de cocaína y transformaron uno de los países más pacíficos de la región en uno de los más mortíferos. Según las fuerzas armadas, todo integrante de un grupo delictivo se había convertido en un “objetivo militar”.
La agresiva respuesta de Noboa redujo la violencia y ha brindado hasta ahora un sentido de seguridad a lugares como Guayaquil, una ciudad de 2,7 millones de habitantes y puerto clave para el narcotráfico, impulsando la aprobación del gobierno a más del 75%.
Pero también, como sucede en El Salvador, hizo sonar las alarmas por medidas cuestionables como ordenar detenciones masivas en las que cayeron personas inocentes. “Esto no es algo nuevo, innovador”, dijo Fernando Bastias, del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos de Guayaquil. “Y más bien lo que está incrementando son casos de graves violaciones a derechos humanos”.
“Ecuador es un caso importante porque es casi un segundo laboratorio para las políticas de Bukele”, dijo Gustavo Flores-Macías, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Cornell. “La gente está tan desesperada que se compra la necesidad de estas políticas de mano dura para bajar la delincuencia”. Dichas políticas pueden ser efectivas, pero “el costo en libertades civiles es alto”.
Megaprisiones
Al igual que Bukele, Noboa desea construir megaprisiones, y sus publicaciones en las redes sociales muestran música animada con imágenes de prisioneros esposados y desnudos hasta la cintura. Lo llama “The Noboa Way”. Los soldados tomaron el control del sistema penitenciario tras una explosión de violencia de bandas el mes pasado.
Según Will Freeman, del Council on Foreign Relations, Noboa enfrenta sin embargo un tipo distinto de adversario. “El Salvador nunca fue importante para el narcotráfico, sencillamente es demasiado pequeño”, señaló. Ecuador, en cambio, es clave para el comercio mundial de la cocaína, con vínculos entre los cárteles mexicanos y Europa. Como consecuencia, sus bandas criminales disponen de millones de dólares para armarse y combatir a las autoridades.
Pero las consecuencias de las medidas comienzan a verse similares a las de su modelo salvadoreño. En las redes sociales circulan videos que muestran a la policía empleando tácticas severas: hombres y chicos agrupados en las calles que reciben golpes en la cabeza o son obligados a besarse entre ellos. En un video viralizado se ve a un adolescente obligado a restregarse un tatuaje hasta que le sangra el pecho. En las prisiones se llevan a cabo abusos similares, según defensores de las familias de los reclusos.
Los videos de las detenciones son de todos modos inmensamente populares y muchos ecuatorianos reconocen a los soldados y al presidente, igual que sucede con Bukele entre la población salvadoreña. “La gente aplaude todo lo que pasa”, dijo el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez. “Y no lo aplaude por ser mala persona sino porque está cansada de toda la violencia que ha vivido”.
Pero si bien descendieron las cifras de muertes violentas en los últimos meses, la contención puede pecar de precaria. El sábado pasado se produjo en Guayaquil, por ejemplo, la tercera masacre en dos días, con el asesinato a balazos de ocho personas.
Al mismo tiempo, repuntaron en estos meses otros crímenes como las extorsiones y los secuestros. Las extorsiones suman 1518 casos en lo que va de 2024, frente a los 787 en el mismo periodo del año pasado.
En este contexto de popularidad y resultados mixtos en seguridad, el escándalo con México le abre un nuevo frente al presidente, como señalan los expertos en Derecho Internacional, que coinciden en denunciar el asalto a la legación.
Según Esteban Santos, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de las Américas, el accionar de Ecuador “fue demencial” y la comunidad internacional lo condenará en su totalidad.
La Nación/ Agencias AFP y The New York Times