Racing goleó a Coquimbo y quedó a un paso de los octavos de final de la Copa Sudamericana
Racing goleó 3-0 a Coquimbo Unido y se clasificó a la próxima ronda de la Copa Sudamericana. Restará determinar si culmina primero en el grupo y pasa directo a octavos de final, o si jugará los playoff, en caso de que Bragantino termine como líder.
Algo a favor del conjunto argentino: la buena diferencia de goles (+8). De todos modos, el triunfo no debe confundir a Racing, que jugó un primer tiempo preocupante y que encaminó el duelo por un grosero penal de Manuel Fernández, que encima minutos después vio la roja y dejó a su elenco con uno menos.
Fue confusa la etapa inicial de Racing y eso debe ser un llamado de atención para Gustavo Costas. Lejos quedaron los primeros partidos del ciclo en donde la idea del DT se percibía con claridad, momento además en que muchos se animaban a postular a la Academia en la misma altura que River y Boca. Plantel tiene el conjunto de Avellaneda: tendrá que ajustar el mensaje el técnico.
Apostó por un 4-3-3 Costas para medirse ante Coquimbo Unido y dejó de lado 5-2-3 con el que jugó la mayoría de los partidos. Hizo más cambios el entrenador: sentó en el banco a Bruno Zuculini y a Agustín Almendra para incorporar al muy solicitado Baltasar Rodríguez y a Juan Nardoni. Pero no fluyó el juego del local y el primer tiempo se consumió en la intrascendencia. Por eso los hinchas se fueron cantando “movete, Racing, movete; movete, dejá de joder”. Más: despidieron a los futbolistas entre silbidos.
Racing tuvo la posesión del balón porque los chilenos se plantaron para jugar de contragolpe. Pero le faltó ingenio en la mitad de la cancha y mayor lucidez de movimientos en los atacantes. Para perforar el 4-4-2 de Coquimbo se necesitaba que los atacantes bajen a ocupar posiciones intermedias y eso jamás sucedió. Por eso la pelota se paseó de lado a lado y ningún jugador pudo romper. La más clara de la Academia, un remate cruzado de Adrián Martínez que atajó Diego Sánchez, llegó tras un contragolpe. Todo un síntoma.
Un par de secuencias se produjeron en la primera etapa y marcan el momento raro del equipo de Avellaneda. Fue el segundo ayudante, Gonzalo Costas, el encargado de hablar con los futbolistas para retocar alguna posición o para darle una indicación táctica. Mientras tanto, Gustavo corría por arriba de la línea de cal y el primer asistente, Francisco Bersce, miraba parado cerca del banco de suplentes. La imagen apenas es un detalle y no tiene nada de malo. Pero es difícil imaginar a Toti Veglio dando órdenes con Carlos Bianchi y Carlos Ischia mirando, o a Hernán Buján corrigiendo cuestiones con Marcelo Gallardo y Matías Biscay por ahí.
Clarín