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Rugby Championship: Los Pumas perdían frente a Australia, pero lo dieron vuelta y ganaron un partidazo

En una remontada épica, Los Pumas se reencontraron con el triunfo con una catarata de tries. Fue ante Australia y en la cancha de Colón, en la calurosa tarde santafesina en la que el equipo de Felipe Contepomi se nubló buena parte del primer tiempo, pero logró despejarse a tiempo.

Con un final con todas las luces, Argentina se reencontró con su mejor cara y escribió una página histórica: la mayor goleada ante una potencia y cantidad de tries contra un Tier 1.

Si alguno prendió el televisor y a la pasada vio que Los Pumas perdían por 17 puntos en el primer tiempo, seguro pasó de largo y se lo perdió. Los 30 mil hinchas que colmaron la cancha de Colón, igual que aquellos que no cambiaron de canal, fueron testigos de un partido increíble, en el que el equipo que dirige Contepomi dio una muestra de carácter notable.

Al calor de la tarde y de un público que se vibró cada vez que por los parlantes sonaron Los Palmeras, Los Pumas mostraron su mejor cara después de un lapsus en que no lograron hilvanar nada de lo que se esperaba de ellos. Rompieron el hielo con un penal desde la zurda de Tomás Albornoz, pero por la misma vía Australia lo emparejó. A diferencia del partido bajo el aguacero de La Plata en el primero de los partidos entre ambos, esta vez el partido fue abierto.

Con un final con todas las luces, Argentina se reencontró con su mejor cara y escribió una página histórica: la mayor goleada ante una potencia y cantidad de tries contra un Tier 1.

Con mucho ritmo, Australia comenzó a tomar el partido en su favor. Aprovechó cada error de la Argentina y antes de la media hora, con un Try de Andrew Kellaway y la conversión de Bend Donaldson, le había sacado una ventaja de 17 puntos.

Desde ese incómodo 20-3, Argentina comenzó a tallar la recuperación. Inesperada, porque Los Pumas no acusaban recibo y el más optimista no esperaba otra cosa que la goleada… en contra. La reacción llegó con una gran jugada de Juan Martín González y mejor corrida y control de Mateo Carreras que permitió achicar la diferencia: el tucumano apoyó y Albornoz convirtió para ponerse en sintonía con el partido.

Fue el primero de una catarata que se completó con ¡nueve! tries. Los 10 minutos que le quedaron al primer tiempo fueron aprovechadas al máximo. Julián Montoya hizo otro en su partido número 100 y con la conversión de Albornoz el score se achicó considerablemente. Hasta pudo irse al vestuario arriba, pero Pablo Matera no alcanzó por unos centímetros su try.

El entretiempo se vivió con expectativa. Si hay un público con identidad ese es el que rompió la siesta y fue a la cancha. Bastó que sonaran las primeras notas del acordeón de Los Palmeras -en medio de una lista más bien bolichera- para que la gente comenzara con las palmas. El Sabalé, Sabalé de rigor encendió las tribunas y un Puma -desafectado por lesión- captó el potencial que podía darle la gente desde fuera y sacó provecho: Matías Moroni fue a la cabina de la voz del estadio y tomó el micrófono para direccionar el aliento. Es más, desde su teléfono sonó el sonido de bombos y redoblantes para que lo escucharan todos.

Y la gente se conectó tanto como el equipo, que salió con todo a jugar la segunda parte. Fueron Los Pumas los que le pusieron un freno a los australianos, que soñarán con el rugido de “ae, ea yo soy sabalero” que se repitió en cada acción de los argentinos. Solamente un try y conversión lograrían los Wallabies en los segundos 40.

Para Clarín, Luciano Bottesi

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